Tras ser uno de los
apoyos más firmes del Protocolo
de Kyoto, Rusia evita ahora ratificar
el acuerdo internacional para reducir
la emisión de gases invernadero
que, según la mayoría
de científicos, causan el recalentamiento
planetario.
Un alto funcionario llegó,
incluso, a cuestionar la existencia
del fenómeno. Antes de ratificar
el protocolo, firmado en 1997 en la
ciudad japonesa de Kyoto, Rusia debe
considerar con cuidado los pros y
contras del acuerdo, dijo Andrei Illarionov,
asesor económico del presidente
Vladimir Putin.
"Hay varias preguntas importantes
que aún no tienen respuesta.
Por ejemplo, no hay estudios serios
que confirmen la existencia del recalentamiento
terrestre", afirmó.
Numerosos estudios científicos
confirmaron que el promedio de la
temperatura mundial aumenta cada año.
Los años 1998, 2002 y 2001
fueron, en ese orden, los más
calurosos desde que se registra la
temperatura promedio mundial hace
un siglo y medio. Desde 1900, la temperatura
mundial subió 0,6 grados.
El director del programa climático
mundial de la Organización
Meteorológica Mundial, Kenneth
Davidson, considera claro que el recalentamiento
se aceleró en el último
cuarto de siglo. Esta agencia de la
Organización de las Naciones
Unidas considera los gases invernadero
como la causa más probable
del fenómeno.
La tercera Conferencia Internacional
sobre Cambio Climático se celebrará
en Moscú en septiembre, pero
no está clara la posición
que adoptará Rusia. Para eso
"debemos determinar qué
está pasando realmente en nuestro
planeta, si se está calentando
o enfriando", dijo el presidente
del comité organizador de la
reunión, Yury Izrael.
"Lo más importante es
determinar si la ratificación
del Protocolo de Kyoto mejorará
el clima, lo estabilizará o
lo empeorará. Eso no está
claro", agregó.
Organizaciones ambientalistas quedaron
desconcertadas por estas declaraciones.
"Creemos que la ratificación
del protocolo sería beneficiosa
para Rusia, tanto para la protección
de su ambiente como para el desarrollo
de su economía", declaró
a IPS el activista Yevgeny Schwartz,
jefe de programas de conservación
del Fondo Mundial para la Naturaleza
(WWF) en Rusia.
Se prevé que asistan a la
conferencia unas 1.200 personas de
52 países. Medio millar de
informes científicos han sido
elevados a la reunión.
El Protocolo, adoptado en 1997 en
la ciudad japonesa de Kyoto por los
países parte de la Convención
Marco sobre Cambio Climático
de la Organización de las Naciones
Unidas, compromete a las naciones
industriales a abatir sus emisiones
de gases a volúmenes cinco
por ciento inferiores a los de 1990,
para 2012.
Pero para entrar en vigor, el tratado
debe ser ratificado por 55 países
partes que sumen 55 por ciento de
las emisiones del Norte industrial.
Hasta el 6 de este mes, los firmantes
sumaban 43,9 por ciento de las emisiones.
La ratificación de Rusia,
que representa 17 por ciento de las
emisiones, implicaría la entrada
en vigor del tratado.
Los 15 países de la Unión
Europea (UE) completaron el año
pasado el proceso de ratificación,
mientras Estados Unidos -- responsable
de 25 por ciento de las emisiones
mundiales-- se retiró en 2001
del Protocolo, cuestionando sus fundamentos
científicos.
Los científicos atribuyen
a los gases de efecto invernadero
-- en particular el dióxido
de carbono liberado por la combustión
de petróleo, carbón
y gas procedentes de la industria
y el transporte-- el recalentamiento
de la temperatura planetaria que conduce
al cambio climático.
El derretimiento de los hielos polares,
la elevación del nivel del
mar y la modificación del régimen
de lluvias son algunos de los fenómenos
del cambio global del clima previstos
por la ciencia.
El gobierno ruso dejó entrever
el año pasado su intención
de ratificar el Protocolo. El presidente
Vladimir Putin se manifestó
"inclinado" a ello. El primer
ministro Mijail Kasyanov dijo ante
la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Sustentable en Johannesburgo, Sudáfrica,
que eso "ocurriría en
un futuro muy cercano".
Cuando el presidente estadounidense
George W. Bush sostuvo que la implementación
del Protocolo de Kyoto sería
demasiado gravosa para la economía
de su país y anunció
su retiro del tratado, Rusia acusó
a Estados Unidos de socavar el consenso
internacional contra el recalentamiento
del planeta.
Tras el retiro de Washington del
Protocolo, la posición de Moscú
adquiría cada vez mayor importancia.
Pero ahora funcionarios rusos se acercan
a la posición que desde hace
dos años sostienen los estadounidenses.
"No estoy seguro de que Rusia
pueda darse el lujo de gastar lo que
Estados Unidos, el país más
rico de la tierra, no puede darse
el lujo de gastar", sostuvo Illarionov.
Antes, se preveía que Rusia
se beneficiaría por el tratado,
en especial por el mecanismo de comercio
de emisiones previsto en el Protocolo,
que permite comprar "cuotas de
reducción" a países
que sobrepasen las metas de Kyoto.
Rusia y otras repúblicas que
formaron hasta 1991 la Unión
Soviética están en condiciones
de vender cuotas, porque redujeron
desde entonces, sin desearlo, su actividad
industrial y por lo tanto sus emisiones.
En el caso de Rusia, la producción
industrial cayó a la mitad
respecto de fines de la década
del 80 y las emisiones, 30 por ciento
desde 1990. Por lo tanto, esperaba
ganar entre 500 y 4.000 millones de
dólares por la venta de cuotas
de emisión a otros países,
según el Ministerio de Energía.
Pero el retiro de Estados Unidos
del tratado dejó esos planes
por el camino, pues se preveía
que ese país sería el
principal comprador de cuotas de emisión.
17 de junio de 2003
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