La explotación
ilegal de madera en la Amazonia de
Ecuador parece ser el telón
de fondo de la guerra indígena,
que incluye crueles costumbres ancestrales
y ya costó la vida de unos
30 tagaeri a manos de huaorani en
la oriental provincia de Pastaza.
Portavoces de la policía local
y de la Organización de Nacionalidad
Huaorani de la Amazonia Ecuatoriana
(Onhae) no dudan en apuntar a los
madereros que operan en la región
como los instigadores del conflicto
y proveedores de armas a las dos partes.
Sin embargo el comandante general
de la policía ecuatoriana,
Edgar Vaca, aclaró que hasta
no llegar a la comunidad Tiguino,
donde fueron asesinados los indígenas
el martes pasado, e "indagar
sobre los hechos" nadie puede
saber con exactitud el "móvil
del crimen" ni quienes son los
implicados.
Desde un helicóptero del ejército,
que sobrevoló la zona el domingo
al no poder aterrizar por el mal tiempo,
se alcanzó a filmar varios
cuerpos de adultos y niños
y chozas quemadas.
También se informó
que indígenas tagaeri incendiaron
el viernes un complejo turístico
ubicado en las cercanías de
la población de Tiguino, presumiblemente
para vengar por las muertes, aunque
parece ser sólo un aviso ya
que no se registraron víctimas.
A pesar de esa sucesión de
hechos violentos entre indígenas,
un oficial del ejército dijo
antes de partir hacia la zona que
"la patrulla no va a interferir
en las costumbres ni en los procedimientos
de sanción ancestrales de los
huaorani".
"Los militares somos muy respetuosos
en ese sentido y haremos sólo
un reconocimiento", apuntó
antes de abordar su helicóptero.
Los huaorani de la comunidad Tiguino
utilizaron escopetas para matar a
unos 30 tagaeri, entre ellos mujeres,
niños y ancianos, y como prueba
de triunfo exhibieron la cabeza de
un veterano guerrero de la etnia atacada.
"Sólo los madereros que
están en la zona pueden haber
dado armas a la comunidad de Tiguino,
porque el lugar (de la masacre) es
prácticamente inaccesible",
señaló uno de los policías
locales que informó del enfrentamiento.
La Onhae ha señalado en reiteradas
oportunidades que las firmas madereras
y petroleras estaban explotando los
recursos naturales en un territorio
declarado hace dos años "intocable"
por el gobierno, y donde los tagaeri
viven en forma nómade.
Pero los representantes de las empresas
petroleras aseguran que su actividad
es legal y que cumplen todos los requisitos
para no afectar el ambiente como lo
estipula el Ministerio de Energía
y Minas, mientras que la explotación
maderera se hace de modo ilegal por
personas que dicen actuar de modo
independiente.
El nuevo debate sobre las consecuencias
de la actividad maderera y petrolera
en la amazonia ecuatoriana cobró
otra vez una gran fuerza al divulgarse
el 29 de mayo en Puyo, la capital
de la provincia de Pastaza, los detalles
de la masacre cometida tres días
antes.
"Los madereros se han quejado
de que los tagaeri no dejan extraer
la madera porque los atacan. Incluso
en marzo del año pasado mataron
a lanzazos a tres madereros que estaban
cortando árboles", indicó
Manuela Omari, dirigente de la organización
huaorani.
Ellos son "los responsables
directos, que pagaron a un grupo de
12 indígenas huaorani de Tigüino
para que asesinen a los tagaeri y
así poder sacar la madera",
añadió Omari.
En marzo de 2002, el corresponsal
en Puyo del diario El Comercio, de
Quito, informó que se habían
encontrado 16 grupos de madereros
talando "indiscriminadamente
el bosque primario" con motosierras.
La madera era sacada por el río
Tigüino hasta llegar a una carretera.
"Hay canoas que llevan hasta
400 piezas, que luego van por carretera
y hay días que salen entre
cuatro y seis vehículos llenos
de madera", informó el
diario en esa oportunidad. Por esa
misma época los tagaeri mataron
a tres colonos de un grupo que extraía
madera en la zona de Tiguino.
Omari precisó que la matanza
de Pastaza enluta a la familia huaorani,
porque "los tagaeri, los de Tigüino
y de todas las comunidades huaorani
somos una sola familia, y nos entristece
que se haya dado este hecho".
La comisión de dirigentes
de la Onhae que viajó el viernes
a la zona en un helicóptero
militar para intentar mediar, no pudo
llegar al lugar debido al mal tiempo.
El indígena shuar Marcelino
Chumpi, presidente del Consejo de
las Nacionalidades y Pueblos Indígenas
del Ecuador, entidad que cuenta con
rango ministerial pero mantiene autonomía,
explicó que la mediación
en esos casos es muy difícil
aunque es necesario "trabajarla".
"Los tagaeri no aceptan contacto
con el mundo occidental por lo tanto
la medicación debe ser entre
dirigentes de los pueblos enfrentados
con la participación de algún
dirigente de otra comunidad que sea
independiente del conflicto",
explicó.
Agregó que a veces "para
lograr la paz se estila que la comunidad
agresora otorgue los hijos o hijas
de sus guerreros al pueblo agredido,
para que vivan y se integren a ese
pueblo".
Indígenas tagaeri mataron
en noviembre de 2001 a dos indígenas
kichwas ancianos, que cosechaban en
una chacra y recogían huevos
de tortuga en la zona de Curaray,
también en la provincia de
Pastaza, después de ser desplazados
de su territorio por compañías
petroleras.
Luego los clavaron con 14 lanzas
"a la tierra que los vio nacer",
cumpliendo así el ritual de
la muerte, reconocido en este pueblo
amazónico, que vive en guerra
permanente por mantener su espacio
de tierra, cuando mata a un enemigo.
En esa oportunidad, Armando Vargas,
uno de los habitantes del lugar, aseguró
que hacía 35 años que
los tagaeris no atacaban a las comunidades
kichwa aunque se mantuvieran en un
área relativamente cercana.
"Esto hace pensar que están
desesperados ante la penetración
imparable de las petroleras y madereras
a su territorio", afirmó
Vargas.
Por su parte, Giovanna Tassi, directora
de la agencia de prensa ambientalista
Tierra en Puyo, considera que el ataque
tagaeri de la semana pasada fue un
llamado de atención por la
actividad petrolera y maderera que
se desarrolla en la Amazonia, que
podría provocar un fuerte deterioro
ambiental.
Por la vía Auca, que corta
a la mitad el territorio ancestral
de esa comunidad indígena,
avanzan los oleoductos, mientras que
más al norte, junto al río
Tiguino, se encuentran los madereros
talando el bosque.
"Los tagaeri huyen del ruido,
del acoso, y ahora se han quedado
en la zona de Curaray. Es tiempo de
huevos de charapa (tortuga) y los
monos están gordos listos,
para ser cazados y comidos y por lo
tanto permanecerán ahí",
comentó Tassi.
Pero la acción de los tagaeri
ya fue centro de la atención
internacional en 1987, cuando más
de 100 lanzas acabaron con la vida
del obispo Alejandro Labaka y de la
religiosa Inés Arango, quienes
habían llegado en helicóptero
a territorio auca para conversar con
ellos.
Los representantes de la Iglesia
Católica intentaban contactarse
con los tagaeri para ponerles al tanto
de la avanzada petrolera y analizar
medidas para ayudarlos.
"Los clavaron en el suelo amazónico
que tanto amaban, inmolados sobre
el altar del petróleo",
comentó Tassi.
Este "temible pueblo guerrero"
fue definido por el investigador Miguel
Angel Cabodevilla como el último
grupo indígena no contactado
que deambula por la selva como fantasmas
errantes, armados de lanzas y desnudos
defendiendo su espacio vital.
Alrededor de 30 por ciento de los
12,5 millones de ecuatorianos son
indígenas distribuidos en 12
etnias, la principal de las cuales
es la kichwa, que habita la región
de la Sierra y de la Amazonia.
También viven en la Amazonia
los cofán, siona, secoya, huaorani,
achuar, shuar y zápara, mientras
que en la costa del océano
Pacífico se ubican los awa,
chachi, epera y tsáchila.
Los indígenas, que participan
desde 1996 en las elecciones a través
del Movimiento Pachakutik, son aliados
del gobierno de Lucio Gutiérrez,
que asumió el 15 de enero.
6 de junio de 2003
Fuente:
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