La tragedia de
la depredación capitalista
como parte de la barbarización
actual.
La administración ha renunciado
al arte de fingir. Ya no quedan ilusiones
sobre su actitud depredadora hacia
el medio ambiente. Ya no se oye su
verborrea displicente sobre cómo
los incentivos financieros y las fuerzas
del mercado pueden proteger los ecosistemas.
Ya no circula su retórica blandengue
sobre cómo la mano invisible
del capitalismo adora la jardinería.
Veamos los hechos. La administración
Bush elimina constantemente todas
las restricciones para las corporaciones
que desean saquear lo que queda del
dominio público.
Durante décadas, el último
obstáculo al saqueo generalizado
de los bosques, los desiertos, las
montañas y los ríos
estadounidenses ha sido la Ley de
Especies en Vías de Extinción
(ESA, por sus siglas en inglés),
una de las leyes más nobles
que hayan jamás emergido del
Congreso. Desde luego, la ESA ha sido
maltratada ya antes. Por cierto, Al
Gore, como joven parlamentario, dirigió
una de las primeras batallas contra
la ley para construir la represa Tellico
a pesar de la opinión considerada
de científicos de que erradicaría
al pez flechero Snail. Reagan y el
insano James Watt también violentaron
la ley. También Bush padre
la afectó en las amargas batallas
por el búho manchado norteño.
A pesar de sus antecedentes verdes,
Clinton y Bruce Babbitt trataron de
quitarle todo significado a la ley,
mediante la simple decisión
de no imponer sus disposiciones y
al otorgar exenciones a corporaciones
favorecidas como si fuera asunto de
rutina.
Pero la administración Bush,
bajo la dirección de la Secretaria
del Interior Gale Norton, ha tomado
otra dirección: un ataque directo
contra la ley tratando de exterminarla
como al Carpintero Real - Ivory billed
Woodpecker- (Campephilus principalis.)
Hay que reconocer su brutal honradez.
El 28 de mayo, Gale Norton anunció
que el Departamento del Interior suspendía
toda nueva determinación de
hábitats críticos para
especies en peligro y amenazadas.
¿La razón? Pobreza.
El Departamento del Interior, suspiró
Norton, simplemente no tiene dinero
para esa clase de trabajos y no tiene
planes de solicitar al Congreso que
otorgue medios adicionales.
No puede sorprender que no tengan
dinero, en vista de la cantidad de
dinero que la agencia está
desembolsando para preparar los contratos
petroleros en Alaska y Wyoming y los
denuncios mineros en Idaho y Nevada.
Un hábitat crítico
es exactamente lo que dice su nombre:
el último refugio para especies
que se precipitan hacia la extinción,
el frágil esqueleto de su habitación
natural. Bajo la Ley de Especies en
Vía de Extinción, el
Servicio de Pesca, Flora y Fauna debe
establecer hábitats críticos
para cada especie cubierta por la
ley desde el momento en que son incluidas.
Es una de las tres piedras angulares
de la ley, las otras dos son: la lista
propiamente tal y el desarrollo de
planes de recuperación.
La ley no ha funcionado de esa manera
durante muchos años. De las
1.250 especies señaladas como
en peligro o amenazadas, el Servicio
de Pesca, Flora y Fauna sólo
ha establecido un hábitat crítico
para unas 400. A pesar de lo que dicen
numerosos ecologistas de la corriente
dominante, el intento de deshacerse
de los hábitats críticos
tiene una historia que implica a los
dos partidos, y que ha llegado a incluir
la indecorosa complicidad de algunos
grupos ecologistas, como el Environmental
Defense Fund (Fondo de Defensa del
Medio Ambiente).
Durante la era Clinton, Bruce Babbitt
limitó la cantidad de dinero
que la agencia podía gastar
en la preparación de la designación
de hábitats críticos.
Babbitt trató de embalar tan
nociva acción en su característica
retórica benévola. Sugirió
hipócritamente que la designación
de hábitats no era tan importante
como hacer una lista de las especies.
Desde luego, es la designación
del hábitat la que frena las
ventas de árboles y otras intrusiones
en la habitación de las especies
incluidas.
Las manipulaciones de Babbitt no
fueron aprobadas por los tribunales
federales, los que aprobaron una orden
tras otra obligando al Departamento
del Interior a continuar con las designaciones.
Esas órdenes judiciales se
acumularon durante ocho años
sin que tuvieran gran influencia.
Babbitt pudo salirse con la suya con
esta intransigencia legal, porque
los ecologistas de Washington DC fueron
demasiado tímidos como para
apretarle las clavijas.
Ahora la administración Bush
ha heredado esas órdenes judiciales
languidecientes y un montón
de nuevos juicios, muchos iniciados
por el Centro por la Diversidad Biológica
en Tucson y la Alliance of the Wild
Rockies en Missoula, dos de los grupos
ecologistas más creativos e
infatigables del país. La administración
Bush no se siente abochornada por
la pérdida de un juicio tras
el otro por la simple razón
de que quiere amañar un cuadro
legal catastrófico que espera
que vaya a destruir la ley de una
vez por todas.
El plan para cancelar los hábitats
críticos comenzó poco
después de que Bush llegara
al poder. Desde 2001, Gale Norton
ordenó que el Servicio de Pesca,
Flora y Fauna comenzara a insertar
descargos de responsabilidad en todas
las informaciones y comunicados de
prensa federales sobre las especies
en vías de extinción.
Los descargos proclaman descaradamente:
"La designación de un
hábitat crítico da poca
protección adicional a la especie".
Es simplemente una afirmación
falsa, como lo prueban los propios
datos del Servicio de Pesca, Flora
y Fauna. En sus últimos informes
al Congreso, la agencia admitió
que las especies con designación
de hábitat tienen un 13 por
ciento más de probabilidad
de tener poblaciones estables y un
11 por ciento más de orientarse
hacia la recuperación que las
especies sin designación de
hábitat crítico.
Luego, en mayo de 2002, la administración
Bush, a pedido de la industria de
construcción de viviendas y
de la gran agricultura, actuó
para rescindir las designaciones de
hábitats críticos y
las protecciones para 19 especies
de salmón y truchas steelhead
en California, Washington, Oregon
e Idaho. Su acción cubría
peces en más de 150 cuencas
diferentes, abriendo el camino a las
ventas de árboles, a la construcción
y a las desviaciones de aguas.
La siguiente operación de
la administración contra el
hábitat crítico fue
el comienzo del rediseño de
los mapas de hábitats existentes
para excluir áreas especialmente
valoradas por las compañías
petroleras y madereras. Desde 2001,
la administración Bush ha reducido
las áreas contenidas dentro
de hábitats críticos
en más de un 50 por ciento
sin una base científica creíble
para sustentar dicha disminución.
La administración tenía
motivos prácticos. En la costa
de California, Norton ordenó
que el BLM (siglas en inglés
de Buró de Administración
de la Tierra) acelerara nuevas concesiones
para petróleo y gas en tierras
sin carreteras en el Los Padres National
Forest cerca de Santa Barbara, habitación
de más de 20 especies en peligro,
incluyendo al cóndor y a la
trucha steelhead. En circunstancias
de que anteriormente las compañías
petroleras tenían que demostrar
que sus operaciones no afectarían
a estas especies, ahora es todo lo
contrario. Los ecologistas tienen
que probar que las especies respectivas
existen en el área y que serán
dañadas por las perforaciones.
El siguiente en la lista de condenados
fue la Perlita común (Polioptila
caerulea) de la costa de California,
cuyo hábitat protegido ya había
sido reducido a vertederos y tréboles
de la autopista interestatal. Para
facilitar la vida de los constructores
de viviendas en California, Norton
eliminó las protecciones para
el pájaro en 202.500 hectáreas
de hábitat para "reevaluar
su análisis económico"
respecto al plan de protección
del hábitat publicado en 2000.
La administración también
procedió a rescindir las protecciones
para el pequeño San Diego fairy
shrimp (Brachinecta sandiegonensis).
El caso del poderoso oso pardo (grizzly)
de las Rockies septentrionales es
un caso que demuestra cómo
las especies en vías de extinción
peligran si no pueden contar con la
designación de hábitats
críticos. El grizzly fue incluido
como una especie en peligro en 1975,
pero jamás se ha designado
su hábitat crítico debido
a una enmienda de 1978 de la Ley de
Especies en Vías de Extinción
que dio libre albedrío al Servicio
de Pesca, Flora y Fauna para evitar
la designación de especies
incluidas antes de ese año.
La provisión fue incorporada
a la ley por miembros de la delegación
al Congreso de Wyoming a pedido de
la industria minera y maderera.
Las poblaciones de osos pardos son
inferiores ahora a las que existían
cuando el oso estaba incluido. Decenas
de miles de hectáreas de hábitat
del grizzly han sido destruidas por
talas, carreteras y minas. Dentro
de los próximos 10 años,
los expertos en el oso pardo predicen
que se destruirán efectivamente
las conexiones entre hábitats
cruciales de poblaciones aisladas
de osos, condenando gran parte de
la especie a la extinción.
Incluso biólogos en la administración
Bush admiten ahora que la población
de osos pardos en las Montañas
Cabinet-Yaak en la frontera entre
Idaho y Montana debe pasar de ser
calificada como amenazada a que se
encuentra en peligro de extinción.
Ahora el terrible destino del oso
pardo va a recaer sobre cientos de
otras especies gracias a la última
maniobra de la administración
Bush. "Cuando los oponentes a
la Ley de Especies en Vías
de Extinción tratan de destruir
el contenido de la provisión
del hábitat crítico,
están tratando de destruir
a las especies en peligro, una ofensa
directa a la política pública
nacional y a nuestro sistema de gobierno
de la mayoría", dice Mike
Bader, un especialista en los osos
pardos en la Alliance for the Wild
Rockies. "En su esfuerzo por
engordar los beneficios de las corporaciones,
tratan de llevar a la quiebra a nuestro
patrimonio nacional".
15 de junio de 2003
Fuente:
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