El 20 y el 21
de mayo se realizó en Manizales,
en la Universidad de Caldas, un seminario
sobre las fumigaciones por vía
aérea con glifosato en la zona
cafetera.
Las fuerzas vivas
expresaron allí sus opiniones
al respecto; Unidad Cafetera reiteró
su oposición a dicha medida
máxime si a partir del primero
de julio, como lo anunció el
ministro Londoño Hoyos, tomará
la forma de diluvios indiscriminados
sobre naturaleza, gente, agua, cafetales
y cultivos ilícitos y en concentraciones,
con presencia de sustancia tóxica,
mayores a las aplicadas en el sur
del país.
Según la revista The Economist
un "productor" de coca recibe
por un kilo de hoja 610 dólares
(un millón setecientos mil
pesos) u 860 por el de pasta (dos
millones cuatrocientos mil pesos)
mientras en los "grandes mercados"
esa cantidad de cocaína vale
110.000 dólares (308 millones
de pesos). No se explica fácilmente
que la mira del plan contra las drogas
ilícitas se ponga en el eslabón
más débil, ubicado en
zonas apartadas de las colonias del
Imperio, que percibe 180 veces menos
de esa renta que los capos de las
calles de Nueva York. No puede decirse
que eliminando la oferta se acaba
la demanda, ello debido al alto grado
de sustitución que hay entre
estupefacientes, bien entre los ya
conocidos o entre éstos y los
que van apareciendo. Una encuesta
del Centro de Recursos para la Gente
y la Prensa mostró que el 74%
de la opinión gringa cree que
"la demanda es muy alta y nunca
dejaremos de usarlos".
Pero es más insólito
que sea la potencia que envilece la
producción y los precios de
nuestros productos agrícolas
la que imponga ese método como
único de erradicación
de ilícitos. La apertura a
los frutos foráneos significó
para siete departamentos del sur del
país, entre 1990 y 1996, la
pérdida de 15.000 hectáreas
de maíz, 40.000 de arroz, 6.000
de sorgo y más de 20.000 de
soja, que nunca retornaron a su dedicación
inicial. Estos géneros provienen
ahora de Estados Unidos. Con el café
sucede otra injusticia. Las compras
totales norteamericanas en 1997, que
fueron de cerca de 20 millones de
sacos, valieron 5.039 millones de
dólares, en 2002 un volumen
casi igual apenas alcanzó a
2.435 millones, menos de la mitad.
Las consecuencias para los caficultores
colombianos es una reducción
de sus ingresos en proporciones todavía
mayores tanto en relación con
los insumos de producción como
con el destino principal del ingreso
campesino: los bienes de consumo para
el hogar.
Es evidente que la "plata sucia"
se mueve por los mismos circuitos
del gran capital y que las políticas
de facilidad para el ingreso de capitales
ayudan a "lavarla". La "ventanilla
siniestra" y la reforma financiera
de 1991, ideada por Hommes, dieron
vía libre a la repatriación
legal de los llamados flujos de capital
encubiertos que pusieron su cuota
en la revalorización del peso,
la que tantas secuelas trajo a la
economía nacional.
Para sintetizar el marco de causalidad,
valen dos citas del texto "La
economía colombiana tras 25
años de narcotráfico"
(Rocha). "No deja de llamar la
atención que el 32%... de la
inversión extranjera directa
proviniera de Centroamérica
y del Caribe, donde proliferan paraísos
fiscales,
que ofrecen ventajas
al lavado de dinero del narcotráfico"
y "los cambios en el entorno
macroeconómico
a la vez
que afectaron la agricultura legal,
también favorecieron la expansión
de cultivos ilícitos".
Por lo visto, adicionar a esos males
la "lluvia" de glifosato
más que un remedio es un agravante.
En la industria cafetera la aspersión
del veneno a los cuatro vientos traerá
nuevas dificultades. El único
patrimonio que aún conserva
nuestra industria es el sobreprecio
por calidad en el mercado mundial
que en la última década
en promedio por libra fue de diez
centavos de dólar; ¿Mantendrá
el mercado dicha prima si los exigentes
consumidores del norte conocen que
parte de él "se roció"
con glifosato? ¿Cuál
será la suerte de los proyectos
de café orgánico ante
un desprestigio difundido globalmente?
¿Cómo lo aprovecharán
nuestros competidores? ¿Cuánto
se servirán de ello las multinacionales
compradoras? En ese sentido llama
la atención que el grupo empresarial
ALTRIA (antigua Philip Morris) tenga
bajo su control tanto a Monsanto,
firma que vende el glifosato, como
a Kraft General Foods, principal cliente
del café colombiano. Gana por
punta y punta: por una vende su tóxico
y por otra ya no reconocerá
esa prima de calidad.
¿Serán, acaso, éstas
las razones de verdad para que la
embajadora Patterson declare las bondades
del herbicida y su inocuidad? Ciento
veinte millones de dólares
anuales que se economizarían
las multinacionales tostadoras al
suprimirse la prima y 457 dólares
por hectárea fumigada que perciben
Monsanto y los contratistas extranjeros
que hacen la labor pueden ser motivos
auténticos para la delegada
del Tío Sam. El análisis
de las causas y de las consecuencias
económicas, así como
sociales, en violencia, desplazamientos
y otras, y de los daños ambientales
colaterales concluyen que lo primero
que hay que erradicar es el neoliberalismo
con sus correspondientes licencias
para el libre comercio y la movilidad
de capitales. Sobran razones de peso
a la región cafetera para erguirse
en Resistencia Civil contra la pronosticada
avalancha de glifosato.
22 de mayo de 2003
Fuente:
|