Tras conocer
un informe universitario sobre el
desmonte. Se declaró la emergencia
ambiental en el territorio. Los especialistas
denunciaron la extinción acelerada
de especies animales y vegetales.
Hay 4 millones de hectáreas
en riesgo.
Paraná.-
La tierra del algarrobo y el ñandubay,
del aguará guazú (lobo
de crin) y el aguará popé
(osito lavador) está cediendo
al avance de la soja a pasos agigantados,
y la inquietud por la pérdida
abrupta de biodiversidad trascendió
el ámbito de biólogos
y ecólogos para instalarse
en la mesa de los propios agricultores
y de los políticos.
Así, el gobierno entrerriano
declaró ayer la emergencia
ambiental y ordenó detener
la tala rasa en los montes naturales
y las selvas ribereñas, tanto
públicas como privadas, en
una medida que rige en todo el ámbito
de la provincia. La decisión
está contenida en el decreto
4519, que prevé para los infractores
severas sanciones, que incluyen la
expropiación de tierras y de
las maquinarias utilizadas en el desmonte.
La medida se conoció luego
de que la Universidad Nacional de
Entre Ríos (UNER) reveló
que la tala irracional de los últimos
años provocó el desmonte
de cerca de 1,2 millones de hectáreas
y que sólo quedan en toda la
provincia entre 1.000.000 y 800.000
hectáreas de monte considerado
virgen.
"Con cada árbol que cae,
se acaba con las especies que lo rodean
y viven de él. Siempre hubo
tala, pero en estos años ya
no existe frontera agrícola
y hemos comprobado una acción
desmedida que destruirá inexorablemente
los recursos vegetales y animales,
y degradará el suelo",
aseguró a LA NACION el secretario
de Agricultura de la provincia, Sergio
Vinacur.
Durante un foro nacional de desarrollo
sustentable realizado en Oro Verde,
a 15 kilómetros de Paraná,
300 profesionales alertaron sobre
la destrucción del bosque.
El biólogo y catedrático
de la UNER Juan de Dios Muñoz
adelantó que en la Facultad
de Agronomía terminaron un
mapa satelital de reconocimiento del
monte que queda. Será presentado
en breve "y asombrará
a todo el mundo, porque se cree que
queda mucho más".
Pérdida de pastizales
Además de bosques y selvas,
la provincia "sufre la pérdida
de los pastizales y la consiguiente
reducción de su fauna",
agregó Muñoz, que estudió
unas 80 especies medicinales autóctonas
del suelo entrerriano.
Vinacur apuntó: "La provincia
tiene más de 4 millones de
hectáreas con riesgo cierto
de erosión, y si desmontamos,
aceleraremos el proceso. Por eso tomaremos
una decisión drástica
que se sustenta en artículos
de la Constitución nacional.
La emergencia ambiental es real y
la prohibición es total: no
se podrán talar árboles
del monte nativo ni de las selvas
ribereñas, y vamos a quintuplicar
los controles", prometió
el funcionario.
El fiscal de Estado de la provincia,
Sergio Avero, expresó su "enorme
inquietud no sólo por la tala
indiscriminada del monte, sino también
por la proliferación de agroquímicos
y sus efectos" nocivos.
El secretario de la Producción,
Alfredo Montiel Barbará, recordó
el peligro de caer en el monocultivo,
por el avance arrollador de la soja
sobre el resto de los granos (en 1994
se cosecharon 600.000 hectáreas
de soja, en 2003 fueron 1.020.000
hectáreas).
Conservar la diversidad
El decano de la Facultad de Agronomía,
José Casermeiro, explicó
que "la idea del gobierno fue
poner un freno a la tala irracional
de los montes nativos, ver de qué
manera todos podemos trabajar en esta
provincia, dentro de una diversificación
que permita la sustentabilidad ambiental,
social y económica, que es
lo que necesita la provincia".
Los departamentos La Paz, Villaguay,
Feliciano y Federal, donde se recluyó
el espinal después de un siglo
de desmontes, fueron los más
presionados por las topadoras en este
lustro. La práctica consiste
en arrancar de cuajo ejemplares centenarios,
amontonarlos y quemarlos, para dar
lugar a la agricultura. "El 30
por ciento de la gente que cultiva
pertenece a pools (grupos rotativos)
de siembra foráneos, y cuando
esos campos se erosionen, se van a
ir a otra parte y nos van a dejar
un desierto", advirtió
Vinacur.
Entre los animales con mayor riesgo
de extinción en la provincia
se cuentan el lobito de río,
los hurones, el aguará guazú,
el gato del pajonal, la comadreja
colorada, las mulitas, el osito lavador,
el cardenal amarillo y el yacaré
ñato, por mencionar algunos
de los que perdieron su hábitat
debido a la desaparición de
los montes.
1 de octubre de 2003
Fuente:
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