Este famoso reptil
prehistórico podía hacerlo
porque tenía un cerebro muy
especial.
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Los pterosaurios,
los primeros vertebrados voladores
en la era de los dinosaurios, podían
ser tan grandes como un avión
y volar con facilidad debido a una
capacidad especial de su cerebro,
reveló un estudio publicado
en la revista "Nature".
El estudio añade que el cerebro
de los reptiles voladores, llamados
pterodáctilos y que tenían
un oído especializado, les
ayudaba a volar y a ubicar su presa.
Según Lawrence Witmer, del
Colegio de Medicina Osteopática
de la Universidad de Ohio, el hallazgo
podría explicar la evolución
del cerebro y del sistema visual,
no sólo de esos animales sino
de todos los seres vivos.
En comparación con los reptiles
modernos, como los caimanes y los
cocodrilos, los pterodáctilos
tenían un complicado sistema
neurológico que les permitió
usar alas enormes. Así surge
del estudio de fósiles de pterodáctilos
que vivieron en la Era Mesozoica,
hace unos 150 millones de años,
en lo que es hoy Alemania.
Esos fósiles son cráneos
casi intactos del Rhamphorhynchus,
una especie cuyas alas extendidas
medían más o menos un
metro, y el Anhanguera, más
grande y de alas de unos 4 metros
que vivió en Brasil, hace unos
115 millones de años. Sus cráneos
fueron sometidos a exámenes
con escáneres, que produjeron
gráficos para reconstruir la
cavidad craneana y los conductos del
oído interno. Esos gráficos
fueron comparados con los de los cocodrilos
y pájaros. "Los pterodáctilos
y los pájaros desarrollaron
su capacidad de vuelo de manera independiente,
pero son primos muy cercanos de los
dinosaurios", dijo Witmer.
Los cerebros de los pájaros
modernos y los pterodáctilos
tienen algunas similitudes, pero la
diferencia más importante es
la del "flocculus", que
es la porción que controla
el vuelo y es mucho más grande
en estos últimos. Como una
computadora, el flocculus procesa
la información del cuerpo,
así como la posición
del cuello y la cabeza, y transmite
los datos a los músculos que
mueven los ojos. Esto permite fijar
la mirada en la presa independientemente
de cuáles sean los movimientos
del cuerpo.
El estudio sugiere también
que el mayor centro neurológico
de los reptiles voladores era necesario
para procesar los datos que transmitían
sus alas, enormes superficies de piel
y de fibras musculares muy sensibles.
"Las alas eran un órgano
sensorial extra y vincularon su funcionamiento
con el cuello, la cabeza y los ojos.
El cuerpo cambiaba de posición
pero los ojos no perdían de
vista la presa", dijo Witmer.
Los análisis de la estructura
del oído interno tanto del
pterodáctilo brasileño
como del alemán, revelan que
ambos volaban de manera diferente.
El Rhamphorhynchus volaba con la cabeza
horizontalmente alineada al cuerpo,
mientras que el Anhanguera lo hacía
con el pico apuntando hacia abajo,
lo que mejoraba su visión,
dijo el científico.
31 de octubre de 2003
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