Ya rige en los
Estados Unidos una nueva norma que
identifica a los productos orgánicos.
No será el fin de los pesticidas,
los antibióticos ni las hormonas,
pero, tal vez, sea el comienzo de
una nueva era.
Después de
siete años de estudios, discusiones,
ajustes y negociaciones, el lunes
pasado comenzaron a regir una serie
de nuevas normas del Departamento
de Agricultura de los Estados Unidos
que, entre otras cosas, definen qué
productos pueden ofrecerse etiquetados
como alimento orgánico.
Para muchos, la normativa es el punto
de partida de un ansiado retorno
a lo natural de alcance masivo.
Hace dos o tres
décadas, este tipo de productos,
que además de frutas y verduras,
agrupa a los productos lácteos,
las carnes y los huevos no modificados
genéticamente, todos alimentos
procedentes de siembras o de animales
a los que no se les han administrado
pesticidas ni fertilizantes químicos,
antibióticos ni hormonas de
crecimiento, estaban considerados
un capricho marginal de hippie
quisquilloso. Pero, en todo
el mundo, aún en algunos países
no desarrollados, las cosas han cambiado.
Y mucho.
Las nuevas normas
dictadas por el Departamento de Agricultura
de los EE.UU. apuntan a identificar
la procedencia y la composición
de los alimentos para, entre otras
cosas, generar mayor confianza en
los consumidores. Ahora, la
gente podrá informarse sobre
la composición de los productos
en las góndolas de los supermercados.
La agricultura orgánica está
creciendo en todo el país y
los granjeros reclamaban una medida
como esta para diferenciar sus productos,
dijo Ann Veneman, la secretaria de
Agricultura estadounidense.
La etiqueta que
diga 100 por ciento orgánico
garantizará que, en ningún
tramo de la cadena de producción
del alimento en cuestión, hubo
pesticidas, antibióticos, hormonas,
organismos alterados genéticamente
ni fertilizantes químicos.
Mientras tanto, la etiqueta alimento
orgánico identificará
a aquellos productos cuyo 95 por ciento
se ajuste a la norma específica.
Y, finalmente, la leyenda hecho
con ingredientes orgánicos
destacará aquellos productos
cuyo 70 por ciento responda a la definición
de Agricultura.
El uso de antibióticos,
hormonas, fertilizantes y pesticidas
y la manipulación genética
(impulsada por generosos subsidios
oficiales) convirtió a la agricultura
estadounidense en la más exitosa
del mundo. Durante medio siglo, ya
convertida en una poderosa industria
agrícola, que casi asfixió
a las granjas familiares, abasteció
a los mercados de productos sin mellas
ni manchas, de colores brillantes
y tamaños estandarizados, muchas
veces sin olor y, más a menudo
todavía, sin sabor.
En los supermercados
de los EE.UU. y en muchos de Europa,
la abundancia y variedad de productos
alimenticios es tan abrumadora como
la ausencia de todo rasgo particular,
la dificultad para hallar alimentos
que no hayan sido congelados y la
imposibilidad de conseguir nada que
no contenga conservantes. Pero no
todos los consumidores aceptaron la
hegemonía de la industria agrícola
y, con los años, el mercado
de los alimentos orgánicos
ha crecido a un ritmo que oscila entre
el 20 y el 25 por ciento anual.
Hoy, se calcula
que, aunque sólo cautiva al
3 por ciento de los consumidores,
la agricultura orgánica mueve
unos 9 mil millones de dólares
por año, y los expertos en
el tema pronostican que, en el año
2005, se duplicará y, tal vez,
alcanzará los 20 mil millones.
Los consumidores de todo el mundo
pueden consultar la nueva normativa
en el sitio de Internet del Programa
Orgánico Nacional de los EE.UU.
(http://www.ams.usda.gov/nop). Lo
allí escrito podría
replicarse pronto en todo el mundo,
donde su palabra suele ser ley.
23 de octubre de 2002
Fuente:
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