Lo desarrolló
un biólogo francés.
El sistema se basa en la detección
de las vocalizaciones de estos animales.
También se premió el
desarrollo de un sistema de alumbrado
económico.
Durante décadas, los cachalotes
vieron peligrar su existencia a manos
de cazadores que los perseguían
para alimentar una industria que se
nutría de su grasa. Actualmente,
son las colisiones con embarcaciones
las que disminuyen lenta pero constantemente
el número de ejemplares.
Cada año, frente a la costa
noroeste de Africa, en el corredor
marítimo que separa los puertos
de Las Palmas y Santa Cruz, emplazados
en islas del archipiélago de
las Canarias, la población
residente de 300 a 350 cachalotes
pierde entre seis y diez ejemplares,
víctimas de colisiones con
los ferries y buques que recorren
esta autopista marítima.
Desde 1992, el biólogo francés
Michel André, especialista
en bioacústica de cetáceos,
estudia cómo prevenir estos
accidentes que no sólo se cobran
la vida de los cachalotes, sino que
también dañan las embarcaciones
y hasta han ocasionado la muerte de
un pasajero.
Su respuesta al problema es el Sistema
Anticolisión con Grandes Cetáceos
(WACS es su sigla en inglés),
que permite advertir a las embarcaciones
sobre la presencia de cetáceos
en su camino. El WACS se basa en un
sistema de "acústica pasiva"
que permite localizarlos a partir
de las vocalizaciones de estos mamíferos
marinos para hallar alimento.
Por este ingenioso desarrollo, Michel
André acaba de obtener uno
de los cinco premios Rolex a la Iniciativa
2002; el premio consiste en 100.000
dólares -además de un
cronómetro Rolex de oro- y
le permitirá construir un prototipo
del WACS.
Contaminación sonora
Las colisiones entre cachalotes y
embarcaciones suelen ocurrir cuando
los cetáceos emergen para respirar,
tras haber permanecido sumergidos
en busca de alimento; entonces, las
quillas de las modernas embarcaciones
abren heridas sobre sus lomos, muchas
veces mortales.
"El análisis de la estructura
de sus oídos internos indicó
que eran incapaces de percibir los
sonidos de baja frecuencia emitidos
por los buques", responde André,
que cree que la población de
cachalotes de las Canarias habría
sufrido perdidas irreversibles de
su audición debido a la contaminación
acústica ocasionada por la
navegación industrial, las
plataformas de perforación
y los estudios sísmicos realizados
en la región.
"Para entender esta situación
es esencial comprender la anatomía
del cachalote -afirma André-.
Dentro de su cráneo hay un
complejo centro de comunicaciones,
con órganos que captan los
intensos clics (semejantes al sonido
de las castañuelas) que constituyen
el repertorio de la especie."
Las ondas sonoras emitidas por estos
cetáceos rebotan en los objetos
y regresan en forma de eco; el tiempo
que demora el eco en llegar permite
determinar la posición y el
tamaño del objeto.
Según André, la contaminación
sonora submarina estaría alterando
estos sistemas de ecolocalización
.
Hasta ahora, los métodos empleados
para prevenir las colisiones entre
barcos y cachalotes no han resultado
efectivos. Los beepers (alarmas acústica
activas) instalados a bordo de las
embarcaciones no sólo no lograron
ahuyentar a los cetáceos, sino
que perturbaron aún más
su capacidad auditiva.
El dispositivo diseñado por
Michel André consta de 12 boyas
colocadas a 10 kilómetros de
distancia una de otra. Cada boya esta
equipada con micrófonos submarinos
y sensores capaces de detectar las
vocalizaciones de los cachalotes.
La presencia de ejemplares que no
vocalizan puede ser detectada mediante
un sistema que percibe la distorsión
que provocan en el ruido ambiental
que los circunda. En ambos casos,
la posición de los cachalotes
es transmitida a una estación
terrena, que alerta a las embarcaciones
que circulan por esta franja de seguridad.
El sistema desarrollado por Michel
André para evitar las colisiones
entre barcos y cachalotes frente a
las Canarias también podría
ser útil en otras líneas
de navegación que enfrentan
problemas de accidentes similares
en Japón, Nueva Zelanda, Hawai,
Francia o Noruega.
Lámparas, grullas y mangles
Los siguientes son los otros cuatro
investigadores que recibieron el Premio
Rolex a la Innovación.
José Marcio Ayres: ecologista
forestal brasileño; lidera
un movimiento para salvar la zona
protegida de selva pluvial del Amazonas,
que otorga a sus habitantes un papel
esencial en la gestión sostenible
de la naturaleza.
Dave Irvine-Halliday: al frente de
la fundación Light Up The World,
este ingeniero electrónico
canadiense desarrolló un sistema
de alumbrado barato y de bajo consumo
para hogares y escuelas de países
en vías de desarrollo, que
emplea diodos de luz blanca de 0,1
vatios.
.
Lindy Rodwell: lleva once años
trabajando en la conservación
de la grulla curunculada, la especie
africana de mayor tamaño, a
través de una red que involucra
a voluntarios de once países
de ese continente.
Gordon Sato: a través de su
proyecto Manzanar, este biólogo
norteamericano provee a las comunidades
de la costa del Mar Rojo, en Eritrea,
de métodos para cultivar mangles,
especie vegetal que sirve como forraje
y hábitat de peces y mariscos.
24 de diciembre de
2002
Fuente:
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