Sustancias de
uso cotidiano: pueden tener efectos
a largo plazo. Pesticidas y piojicidas
están en la lista; los niños
son los más vulnerables. Hace
dos años que la OMS instauró
un área dedicada a este tema.
Para divulgar los últimos conocimientos
se realizará una conferencia
en Bangkok.
La guerra química de las madres
contra los piojos y los insectos,
la de los agricultores contra las
pestes que amenazan a sus plantas
y la de los ingenieros de alimentos
para preservar la higiene gastronómica
están bajo la lupa de la Organización
Mundial de la Salud (OMS). Desde hace
dos años, el organismo internacional
está convocando a organizaciones
nacionales y no gubernamentales a
formar una red de trabajo en salud
ambiental infantil para estudiar y
evitar los riesgos que los contaminantes
químicos suponen para los más
chicos.
En este momento, tanto en los
Estados Unidos como en Canadá
y en Europa hay un movimiento importante
de reconocimiento de la vulnerabilidad
de los niños: los médicos
hemos comprendido que no podemos considerarlos
simplemente pequeños adultos
y que se debe prestar atención
a contaminantes de los alimentos,
del aire, del medio ambiente hogareño,
dice la toxicóloga y experta
en seguridad química doctora
Jenny Pronczuk de Garbino, que está
al frente de la Fuerza de Tareas en
Salud Ambiental Infantil de la OMS.
Junto con la doctora Lilian Corra,
de la Asociación Argentina
de Médicos por el Medio Ambiente,
la doctora Pronczuk estuvo de paso
por Buenos Aires para anunciar la
próxima conferencia internacional
sobre el tema que tendrá lugar
en Bangkok, Tailandia, entre el 3
y el 7 de marzo.
-¿Qué tareas de
prevención está encarando
la OMS?
-En los Estados Unidos y Europa existen
ya ocho o diez centros que se dedican
al estudio de la influencia del medio
ambiente en la salud infantil. Nosotros
quisiéramos que los países
en vías de desarrollo reprodujeran
este tipo de iniciativa. Es decir
que en todo el mundo se reconozca
la especial vulnerabilidad de los
niños y que se convoque a los
que tienen alguna responsabilidad
en el área, comenzando por
los que se ocupan de la salud de los
chicos, como los pediatras, las enfermeras,
el núcleo familiar y los educadores.
-¿Cuáles son las
sustancias nocivas ya identificadas
que presentan riesgos para los chicos?
-Bueno, eso varía de país
en país y lo ideal es que cada
uno realice una evaluación
de cuáles son los riesgos más
importantes para su población.
Pero, entre otros, figuran los metales
pesados, como el mercurio y el plomo,
y los contaminantes orgánicos
persistentes (COP), considerados los
más peligrosos. Entre estos
últimos se encuentran muchos
de los pesticidas que a lo mejor hemos
utilizado en nuestra casa. Hoy se
sabe que si se expone a los chicos
de edades muy tempranas o a embarazadas
a este tipo de sustancias puede ser
muy grave.
-¿En qué circunstancias
se produce la exposición al
plomo?
-Varían. En algunos lugares,
las pinturas de las casas contienen
plomo, por ejemplo. Como se trata
de un metal muy volátil, los
chicos no sólo pueden inhalarlo,
sino también ingerir las cascaritas
que se van cayendo. En algunos sitios
todavía se admite que las naftas
contengan tetraetilo de plomo, en
otros se reciclan las baterías,
y también hay algunos medicamentos
que lo contienen. Las fuentes son
múltiples.
-¿Hay un límite
para el uso de piojicidas?
Lilian Corra: -Lo principal es utilizar
un producto que no genere resistencia.
Cuando ocurre eso, las madres desesperadas
van aumentando las dosis. Y lo que
no podemos asegurar es que sean absolutamente
inocuos. Entonces los pediatras deberíamos
recomendar los medios físicos:
peine fino, lavado frecuente de la
cabeza o corte de pelo. Esa es la
mejor forma de combatir los piojos.
-Teniendo todo esto en cuenta,
¿qué consejo práctico
se puede ofrecer a las madres?
-En primer lugar, que para proteger
a los chicos hay que tratar de usar
pocas sustancias químicas en
los hogares. El mayor problema no
es la intoxicación aguda, que
se produce cuando un chico las ingiere
o uno rocía una habitación
y puede producirse un ataque de asma,
sino la exposición crónica
en bajas dosis, en las que nadie se
da cuenta de lo que está sucediendo.
Como la mayoría de los tóxicos
que nombramos atraviesan la placenta
y llegan a la leche materna, en estos
casos la contaminación puede
producir un efecto a largo plazo,
como problemas en edad escolar o leucemia
en edad temprana. Los chicos son más
vulnerables porque están en
formación.
22 de enero de 2002
Fuente:
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