Cerca del 20%
de la población mundial no
accede a fuentes potables. Según
la Unesco, en los próximos
25 años habrá 25 millones
de personas con dificultades para
obtenerlo en forma segura. Las reservas
bajaron de 16.800 metros cúbicos
anuales por habitante, en 1950, a
7300 metros cúbicos. Más
de 30 mil muertes diarias ocurren
por enfermedades de transmisión
hídrica.
Mejorar el abastecimiento, disminuir
el gasto innecesario y evitar la contaminación
son los principales retos en la gestión
del agua, un recurso limitado y cada
vez más escaso. En la actualidad,
hay 1200 millones de personas sin
acceso a agua potable, entre 2000
y 3000 millones viven sin sistemas
de desagüe adecuados y se cree
que la escasez afectará en
los próximos 25 años
a 5400 millones de personas.
En 1950 las reservas mundiales ascendían
a 16.800 metros cúbicos por
persona y por año. Hoy, estas
reservas se reducen a 7300 metros
cúbicos y en sólo 25
años podrían descender
a 4800.
Ayer, el director general de la Unesco,
Koichiro Matsuura, previno contra
la amenaza de una inminente crisis
del agua y aseguró que éste
"es uno de los principales retos
a los que debe hacer hoy frente el
mundo".
El verdadero drama afectará
a Africa y Oriente Medio, donde las
reservas serán sólo
la octava parte de las que había
en 1950.
Ahora, el objetivo de la ONU es reducir
a la mitad en 2015 el número
de personas sin acceso a agua potable,
para lo que considera necesaria una
inversión anual de 180.000
millones de dólares.
En los países en desarrollo,
el 90% de las aguas utilizadas se
liberan sin haber sido objeto de ningún
tipo de tratamiento.
Y, según datos de la Comisión
Económica para Europa de la
ONU (CEPE), uno de cada siete habitantes
en Europa (120 millones de personas)
no tiene acceso al agua potable ni
a un adecuado sistema de saneamiento.
Limitar el despilfarro
Mientras todas esas personas no reciben
el agua, ésta continúa
siendo desperdiciada y contaminada,
señala un comunicado del organismo.
Sólo en la región de
la CEPE -55 países de Europa,
Asia central, además de Estados
Unidos, Canadá, Israel y Turquía-
el costo en directo del agua que se
pierde durante su distribución
es de unos 10.000 millones de dólares
anuales.
Una preocupación particular
es el vertido de elementos contaminantes
orgánicos y altas concentraciones
de estas sustancias han sido asociadas
con un importante número de
efectos cancerígenos para la
salud.
Por otra parte, los accidentes industriales
pueden amenazar la distribución
de agua y devastar la vida acuática,
como se demostró con el accidente
ocurrido en enero de 2000 en el norte
de Rumania, con el vertido accidental
de 100.000 metros cúbicos de
cianuro al río Tisza.
Una persona necesita cinco litros
de agua diarios para beber y cocinar
y otros 25 litros para su higiene
personal. Sin embargo, una familia
media canadiense utiliza cada día
350 litros de agua. En Africa, el
promedio es de 20 litros y en Europa
de 165.
Entre 1900 y 1995, la extracción
de agua se multiplicó por seis,
es decir, un ritmo dos veces más
rápido que el crecimiento de
la población.
Ante la imposibilidad de ampliar
la oferta de agua, lo que acarrearía
costos prohibitivos para muchos países,
es preciso limitar la demanda y el
despilfarro, según los expertos.
Hoy la agricultura capta el 69% del
agua consumida en el mundo, la industria
el 23% y las familias el 8 por ciento.
En los países en desarrollo
la parte correspondiente a la agricultura
puede alcanzar un 80 por ciento, por
lo que incluso los pequeños
cambios en la manera de sembrar los
cultivos, de regar y de cosechar pueden
marcar una gran diferencia.
Se calcula que las pérdidas
debidas a la ineficacia de los sistemas
de riego ascienden al 60% del agua
consumida.
Por otra parte, unas 34.000 personas
mueren diariamente por enfermedades
relacionadas con la calidad del agua,
como diarrea o lombrices intestinales.
En algunas regiones el agua está
tan contaminada que ya no puede ser
utilizada, ni siquiera con fines industriales.
Las causas son múltiples:
afluentes no tratados, desechos químicos,
escapes de hidrocarburos, abandono
de basuras e infiltración en
los suelos de productos empleados
para la agricultura.
Guerras futuras
Muchos temen que en el futuro se
desaten guerras por el agua. El único
caso conocido de una guerra declarada
por este recurso se remonta a hace
4500 años y enfrentó
a dos ciudades de Mesopotamia por
el dominio del Tigris y el Eufrates,
en el sur del actual Irak. Aún
hoy, el agua de esos ríos y
de otros cauces fluviales sigue dañando
las relaciones internacionales.
Sólo para citar algunos ejemplos,
en 1979, el presidente egipcio Anwar
el Sadat declaró, en referencia
al Nilo, que "el agua era el
único asunto que podría
llevar a Egipto a entrar de nuevo
en guerra".
El agua ha sido utilizada también
como arma y objetivo de guerra. Durante
la del Golfo, Irak destruyó
casi todas las plantas de desalinización
de Kuwait, y la coalición aliada
dirigió sus ataques contra
el sistema sanitario y de abastecimiento
de agua de Bagdad.
Según la Unesco, en todo el
mundo, hay 261 cuencas de ríos
que son compartidas por dos o más
Estados.
La situación argentina
El 21,5% de los argentinos (casi
8 millones de personas) carece de
agua segura, según datos difundidos
recientemente por Unicef y la Organización
Panamericana de la Salud (OPS). Las
estadísticas indican que sólo
el 67% se abastece por fuentes confiables
y en forma domiciliaria, mientras
el 11,5% apenas tiene acceso a una
fuente pública de agua cercana
a su casa.
Comparados con los de la región
los índices locales son elevados:
en México la falta de redes
de agua potable afecta al 13,4% de
los habitantes, en Colombia al 9,3%,
en Cuba al 7%, en Chile al 5,8% y
en Uruguay al 2,24 por ciento.
En el marco local, los más
perjudicados son los niños,
ya que un tercio de las causas de
mortalidad infantil puede relacionarse
con malas condiciones ambientales,
entre las que se destaca la falta
de agua potable. Entre las enfermedades
vinculadas con el agua contaminada
se destacan las diarreas, los parásitos,
el cólera, la hepatitis A y
otras que pueden ser ocasionadas por
la presencia de sustancias tóxicas
para el organismo, como el arsénico,
los nitratos y los nitritos.
Cuidar el consumo en casa
En casa: según datos de Aguas
Argentinas, es indispensable mantener
en condiciones artefactos y canillas
y cerrarlas durante el lavado de platos
y el cepillado de dientes. Al lavar
veredas o patios, abrir y cerrar la
canilla de la manguera u optar por
un dosificador de riego.
En el jardín: es importante
regarlo cuando cae el sol, ya que
a esa hora el suelo absorbe mejor
el agua y se respeta el ciclo natural
de las plantas.
En cifras: por cada lavado, el lavarropas
utiliza cien litros de agua; una ducha
breve, de diez minutos, insume 80
y un baño de inmersión
requiere, al menos, 150 litros. Cada
descarga de inodoro consume 20 litros
y lavar el auto, 500, según
un cálculo realizado por la
empresa.
22 de marzo de 2002
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