Dos pequeños
emprendimientos que crean fuentes
de trabajo. Productos desechados de
plástico y PET se convierten
en placas, bloques y viguetas. Dos
empresas integradas a la Red Social
del Trueque experimentan un proyecto
de la Facultad de Arquitectura de
la UBA. Los materiales obtenidos son
baratos, ligeros y resistentes.
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Primer
paso: se separan las botellas
de PET que servirán
para elaborar materiales
de construcción;
una manera de incentivar
la discriminación
de los residuos. |
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Segundo
paso: con el plástico
reciclado, mezclado con
cemento y arena, se elaboran
viguetas y bloques para
levantar paredes y techos. |
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Pilas de bolsas de polietileno, botellas
de agua mineral y paragolpes de autos,
separados de los residuos, se convierten
por medio de un emprendimiento social
en placas de revestimiento, viguetas
y otros materiales para la construcción
de casas económicas y de calidad.
Además, generan fuentes de
trabajo y colaboran protegiendo el
ambiente. Esto ocurre gracias a un
programa de la Facultad de Arquitectura,
Diseño y Urbanismo (FADU) de
la Universidad de Buenos Aires. El
Centro Experimental de la Producción
de la FADU propone la elaboración
de materiales de la construcción
con los productos separados de la
basura, en empresas sociales integradas
a la Red Global del Trueque.
"Hacemos una lectura de las
necesidades de la gente y tratamos
de crear los instrumentos sociales
necesarios para solucionarlas",
explicó Carlos Levinton, arquitecto
especialista en catástrofes,
que dirige el centro.
"Se trata de relacionar empresas
formales que estaban inactivas con
la Red Global del Trueque", continuó.
Los materiales para reciclar son
provistos por distintas cooperativas
de cirujas de la Capital Federal y
de la provincia de Buenos Aires.
Las empresas, a su vez, emplean gente
para la producción de los materiales
de construcción y abonan sus
sueldos en créditos, la moneda
social del trueque. Y los productos
elaborados se consiguen en los nodos
de la Red.
"Ya hemos capacitado más
de un centenar de personas este año.
Es un trabajo de hormiga; pero lo
consideramos una obligación
moral", sostuvo Levinton.
Woodstock, una empresa radicada en
la localidad bonaerense de Quilmes,
recicla el polipropileno (paragolpes
de autos y bolsas), lo mezcla con
fibras de madera y lo convierte en
placas de revestimiento para casas.
"La gente piensa que el plástico
es frágil, pero no es así.
Las placas que nosotros fabricamos
pueden usarse como revestimiento o
directamente como paredes", contó
Raúl Krecksner, presidente
de la empresa."Es más
-agregó-, la placa es cinco
veces más resistente al impacto,
a la humedad y al fuego."
Veinticinco toneladas de plástico
sirven para construir una vivienda
económica. "Pero todavía
no construimos una casa completa.
Por ahora vendemos placas de paredes
y techos para reformas", señaló.
Este estilo de producción
puede adaptarse a las economías
regionales. "Para las zonas donde
no hay maderas también puede
mezclarse el plástico con fibras
de lino y yute", explicó
Krecksner.
Otra de las empresas asesoradas por
la FADU es Eco & Red. En una antigua
fábrica de Esteban Echeverría,
en la que cincuenta personas encontraron
una salida a la desocupación,
reciclan el PET (envases de agua mineral
y gaseosas) y lo mezclan con arena
y cemento para obtener viguetas.
Tras clasificar por color las botellas
vacías, éstas son compactadas
y molidas en un molino. Se mezcla
después con cemento y arena
que, al fraguar, se convierte en viguetas
o bloques para levantar paredes y
techos o hacer pavimentos.
"El plástico produce
un material que, además de
ser más liviano, se convierte
en un potente aislante térmico
y acústico", señaló
Liliana Amilli, arquitecta de la empresa,
mientras mostraba los moldes de acero
inoxidable usados para fraguar la
mezcla. Una vivienda económica
cuesta aproximadamente $ 10.000. "Otra
ventaja es construir una casa por
partes. El metro cuadrado ronda los
$ 22", sostuvo Amilli.
"Hace un año y medio
estaba desocupada. Hoy gano unos 1200
créditos por mes", contó
Isabel López, supervisora del
área de promoción, encargada
de organizar la recolección
del material reciclable en treinta
y cinco puntos diferentes. Escuelas
y nodos del trueque son sus proveedores,
y pagan tres créditos cada
cien bolsas o noventa botellas de
plástico.
Estas empresas no generan ganancias
al principio. "Es pura inversión",
explicó Marcos Neyra, titular
de Eco & Red. "La Red nos
dio un préstamo en créditos
de su banco social, que tendremos
que devolver. Pero lo más importante
es la función social. Mi sueño
es generar Pyme a través de
cooperativas de trabajo que puedan
insertarse en el mercado formal",
concluyó.
Como una incubadora
Estos emprendimientos empiezan a
funcionar como una fábrica-escuela
en la que se ensaya durante un año
una salida productiva. Según
el Ministerio de Trabajo de la Nación,
las empresas, en principio, deberían
pagar las cargas sociales.
"Habría que estudiar
caso por caso, pero las empresas sociales
también tienen obligaciones
impositivas. Ante la crisis, es obvio
que el trueque se convierte en una
situación de hecho, pero no
de derecho", dijo el subsecretario
de Relaciones Laborales, Jorge Rampolli.
"Estos emprendimientos no surgen
con la idea de evadir impuestos. Son
como incubadoras. Hoy para una empresa
es imposible emplear a toda esta gente
que quedó fuera del sistema",
aclaró Levinton.
En Villa Gesell se firmó un
convenio con la municipalidad y los
ecoclubes para hacer campañas
de separación de envases. Eco
& Red ya funciona allí
para la producción de pavimento
intertrabado.
30 de junio de 2002
Fuente:
PÁGINAS
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