Sillas, lámparas
o carteras de plástico de botellas:
una exhibición con propuestas
productivas a partir de los desperdicios.
La idea parte de una herramienta
sencilla y con historia: una pieza
de madera en forma de U, con una filosa
hoja de acero, de dos centímetros
de ancho. El cortante se clava en
una botella de plástico y,
del primer tajo, surge una delgada
cinta; el operario tira de esa punta
y la botella gira; la cinta se vuelve
interminable y el envase desaparece.
Ese envase, destinado a la basura,
se ha convertido en materia prima,
un material resistente capaz de entretejerse
a la manera de los tientos de cuero
y convertirse en sillas, carteras,
manteles o una soga para colgar la
ropa. Así de sencillos, la
herramienta y su producto son los
ejes de la muestra denominada Contenido
neto, que se inaugura hoy en el Centro
Metropolitano de Diseño, que
apunta a brindar propuestas productivas
a partir de materiales generados de
los desperdicios.
La historia del utensilio proviene
del campo, en especial, de los talabarteros
de la región pampeana que,
con un hueso de caracú y un
facón, tenían a mano
la herramienta para obtener tiras
de cuero crudo, finitas como tallarines,
todas del mismo espesor. Esos tientos
se utilizan después para confeccionar
riendas, cintos y rebenques, mediante
técnicas de tejido o entrelazado.
La adaptación de aquella herramienta
y su producto a los tiempos que corren
fue desarrollada por los diseñadores
Alejandro Sarmiento y Miki Friedenbach,
a partir de la simple observación
de la realidad cotidiana: los cirujas
que revuelven la basura buscando elementos
que pueden tener algún valor
y que de otra manera estarían
destinados a convertirse en relleno
sanitario. Entre esos desperdicios,
las botellas de PET (como se denomina
al terafalato de polietileno).
Ese punto de vista motiva a los diseñadores
a definir Contenido neto como una
muestra de neto contenido social.
La idea apunta a que los que
juntan botellas para venderlas por
unas monedas tengan también
a disposición una materia prima
a la que le pueden dar un valor agregado
o pueden utilizarla como solución
de problemas domésticos,
explica Alejandro Sarmiento, diseñador
industrial.
Nacido en General Villegas, Sarmiento
vio a los artesanos rurales trabajar
con el facón y el caracú.
Y años después, junto
a Friedenbach, adaptó esa tecnología
a la nueva coyuntura de la pobreza
y a la necesidad de reutilizar materiales
descartables. Se pueden hacer
desde alambrados para gallineros hasta
sogas para colgar la ropa, dice
Sarmiento, como ejemplo.
La cinta de PET es tan resistente
como el cuero o más aún.
El corte del envase con el utensilio
permite obtener una cinta de espesor
constante, apta tanto para trabajos
de cestería como para el tejido
al crochet, con dos agujas o en telares.
De una botella de dos litros pueden
obtenerse hasta 26 metros de cinta.
Y si el ancho se reduce a un milímetro,
la longitud será tres veces
mayor.
La muestra que comienza hoy se inscribe
dentro de las actividades programadas
por la Secretaría de Desarrollo
Económico porteña para
promover negocios a partir de los
productos diseñados en la ciudad.
Este caso, al menos, resulta atípico:
El negocio, aquí, no
es para el diseñador sino para
la sociedad, en especial, para los
recicladores de basura, agrega
Sarmiento.
Según datos de la Asociación
Civil Pro Reciclado del PET (Arpet),
en 2001 se reciclaron 8500 toneladas
de envases de ese material, sobre
un total de 145.000 toneladas producidas,
es decir, el 5,91 por ciento. La mayor
parte proviene de los 120 municipios
del interior del país que tienen
programas de selección domiciliaria
y clasificación de residuos,
que incluyen las botellas plásticas.
De su reciclado se obtiene la materia
prima para fabricar escobas, chapas
acanaladas y láminas para blisters.
En Brasil se elaboran fibras para
la industria textil.
El diseño y la innovación
tecnológica pueden generar
valor en el ciclo de reutilización
de la basura y oportunidades laborales
para losdesocupados, destaca
el titular de Desarrollo Económico,
Eduardo Hecker. Para el director del
Centro Metropolitano de Diseño,
Adrián Lebendiker, la muestra
puede ser una metáfora de la
sociedad actual: Reconstruye
sus tramas, sus tejidos y sus proyectos
con los jirones de lo que hasta no
hace mucho supimos ser, un gran envase
vacío.
23 de octubre de 2002
Fuente:
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