Murphy. - Al igual que en los departamentos
Iriondo, San Martín, Belgrano
y San Jerónimo, General López
padecerá una merma ostensible
de hectáreas sembradas con
trigo ya que los productores prefieren
aguardar la siembra de soja y preservar
las tierras, porque aducen que esa
oleaginosa es más rentable
y requiere de menos gastos. También
se observa que muchos que usaban la
técnica de labranza cero volvieron
a la siembra tradicional.
Días atrás este diario
publicó un relevamiento de
la delegación cañadense
de la Secretaría de Agricultura
de la Nación que confirmaba
que en esos tres departamentos la
merma en la siembra del trigo iba
a ser del orden del 30 por ciento.
Según algunos productores,
acopiadores e ingenieros agrónomos
ese panorama se repite en General
López.
Para algunos el problema radica también
en que muchos agricultores comenzaron
a trabajar la tierra y abandonaron
la labranza cero, con lo cual "retrocedieron
en el tiempo", señaló
el agrónomo Pablo Roitvain.
Para el profesional, el argumento
es sencillo: "Los lotes en labranza
cero vienen ganando en estructura
de suelos y en acumulación
de materia orgánica. Volver
a la labranza tradicional implica
romper esos suelos y permitir males
que se van a ver en el mediano plazo".
Muchos colonos que optaron por la
técnica tradicional de laboreo
lo hacen en virtud de que se ahorran
muchos insumos dolarizados, como los
costosos herbicidas y fertilizantes.
Aunque el gasoil aumentó aún
sigue siendo más conveniente
quemar combustible que gastar en herbicidas.
El debate no sólo se detiene
en la inmediatez. Roitvain dijo que
"la labranza convencional implica
pan para hoy y hambre para mañana",
pero para los defensores de la vieja
práctica volver a esas técnicas
implica reactivar otros sectores.
Diferencias y beneficios
La labranza convencional implica
usar distintas herramientas, mientras
que la otra sólo utiliza la
sembradora. En la tradicional se utilizan
arados, discos, rastras, escardillos
y máquinas fertilizadoras,
y en la labranza cero con una sola
pasada se realizan todas las funciones
y no se rompe el suelo. Con la metodología
tradicional los beneficios son a corto
plazo: mano de obra rural, ya que
los distintos laboreos implican la
toma de peones; el cuidado del ambiente
por la sustitución de agroquímicos;
y el consumo de herramientas, combustibles
y aceites.
30 de julio de 2002
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