El desastre ecológico
se inició tras el reparto de
las aguas del Pilcomayo y las fallas
de los canales guaraníes.
Decenas de miles de yacarés,
una especie en peligro de extinción,
agonizan al noroeste de la capital
paraguaya a la espera de las aguas
de un río que fue desviado
hacia Argentina, en lo que podría
ser el mayor desastre ecológico
de ese país. La zona de General
Díaz, un fortín militar
a unos 550 kilómetros al noroeste
de Asunción, era inundada hasta
1996 por el río Pilcomayo,
un curso de agua de deshielo proveniente
de Bolivia, que separaba los territorios
de Argentina y Paraguay.
El animal más característico
de la región es el yacaré,
un reptil cocodrílido de más
de 2,5 metros de longitud, hocico
y mandíbulas planas, que está
en peligro de extinción en
todo el mundo.
"Solamente en la laguna más
cercana a la casa de la estancia tenemos
unos diez mil animales que no comen
desde hace más de do años,
porque el agua del Pilcomayo dejó
de llegar", dijo Oscar González,
un joven ganadero que intenta juntar
dinero para salvar a decenas de miles
de especímenes. "Tenemos
20 lagunas solamente en nuestra propiedad",
de unas 18 mil hectáreas, añadió.
"El problema no es que los
yacarés no hayan comido en
este tiempo, porque habitualmente
pueden soportarlo. La cuestión
es que las aguas no van a volver y
ya está muriendo muchísimos".
Esta apartada región de Paraguay
es probablemente una de los mayores
reservas de yacarés de Sudamérica,
después de la selva amazónica.
Todo comenzó cuando los gobiernos
paraguayos de la década de
1990 acordaron con Argentina el reparto
de las aguas del Pilcomayo, pero los
canales paraguayos fracasaron en su
diseño y toda el agua fue a
parar a la provincia argentina de
Formosa.
"Si dejamos que sigan así,
enterrados en el barro, morirán
porque el agua se les seca encima
y no pueden liberarse. No nos queda
más que la opción de
matar a los más grandes, vender
el cuero y juntar dinero para trasladar
a los más jóvenes",
dijo González.
"Los otros establecimientos
vecinos están en las mismas
condiciones, pero los están
dejando morir", agregó.
Paraguay está en recesión
económica desde 1995 y atraviesa
desde 1996 una crisis política.
La Secretaría del Medio Ambiente
carece de los fondos para intentar
un rescate de semejante envergadura.
"Yo sé que en cierto
modo estamos luchando con molinos
de viento, pero por eso juntamos a
un grupo de locos que se animan a
sacar a los bichos. Necesitamos matar
al menos 2.500 de los más grandes,
procesar su cuero y venderlo para
juntar dinero para el resto",
dijo González.
Para matarlos una cuadrilla de hombres
se mete hasta la cintura en el barro
pestilente del pantano, tantea con
los pies el tamaño de los yacarés
que abundan en el lugar, los lancean,
los levantan de a uno y los matan
de un mazazo en la cabeza. Los reptiles
reaccionan generalmente tarde a la
punción de la lanza.
"Terminamos el día semimuertos
porque tenés que estar con
el frío, el barro y los bichos
todo el día. Por suerte, ninguno
fue mordido todavía".
En la costa una decena de indígenas
contratados por González se
encargan del descuereo. Una vez desollado
el animal el resto del cuerpo queda
como desperdicio. Centenares de yacarés
cazados el último fin de semana
hacían la fiesta de un millar
de cuervos y tornaban el aire irrespirable.
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