DISCUTIR
LO INDISCUTIBLE
Hoy, en el mundo,
hay menos de un diez por ciento de
las ballenas que había en el
1900.
Esta frase, por si sola da una idea
clara del camino a seguir. No se puede
seguir matando a las ballenas. El
"recurso", si alguna vez
lo fue, está dejando de existir.
Es hora de detenerse. Sin embargo,
mientras escribo esta nota, está
reunida en Berlín la 55a. Comisión
Ballenera Internacional que, después
de 55 años sigue debatiendo
el tema.
Representantes de cincuenta países
siguen discutiendo qué hacer
con las ballenas mientras éstas
se extinguen y desaparecen de los
mares. Los más respetados biólogos
marinos y especialistas en ballenas
del mundo, autores de estudios con
reconocimiento internacional, siguen
chocando de frente contra la falta
de criterio y al ausencia de toda
lógica de los países
balleneros que se niegan a detener
la matanza.
Ningún argumento parece lo
suficientemente válido. Ni
aún los últimos estudios
que demuestran que en 1998 se generó
en todo el mundo la increíble
cifra de un billón, 49 millones
de dólares estadounidenses
en el avistaje de ballenas. Una industria
en franco crecimiento que hoy da trabajo
a mucha más gente que la que
se emplea en la caza de ballenas.
Un estudio que demuestra que "ver"
sigue siendo mejor que "matar".
Incluso Japón, el único
país realmente ballenero de
la actualidad, practica el avistaje
de ballenas como un negocio floreciente
que crece día a día
mientras que la industria de la matanza
se cae inexorablemente ya que no quedarán
ballenas por matar.
Si al contexto internacional le faltaba
condimento ese era el apoyo a la postura
japonesa de países como: Antigua
y Bermuda, Benin, Dominica, Grenada,
Guinea, Mongolia, Nicaragua, Palau,
Panamá, Saint Kitts & Nevis,
Santa Lucía y las Islas Salomón.
Países que no practican la
caza de ballenas pero que apoyan a
Japón a cambio de la esperanza
de un beneficio futuro. La mayoría
de estos países son islas rodeadas
del mar al que se pretende matar.
La mayoría de estos países
practican el avistaje de ballenas
pero, ilógicamente, votan para
que continúe la matanza.
Durante los últimos doscientos
años las ballenas se han convertido
en el símbolo de la persecución,
la matanza y la lenta agonía.
Hoy son el símbolo claro de
negociación absurda, corrupción
y muchos años de discusión
inútil. Hoy se han convertido
en el símbolo de la incapacidad
humana para solucionar sus propios
problemas.
Salvar a las ballenas es tan fácil,
desesperadamente fácil, que
sólo se necesita dejar de matarlas.
Salvar a las ballenas de la extinción
es tan sencillo que, si los seres
humanos no podemos salvar a las ballenas,
no habrá nada en este mundo
que pueda ser salvado por nosotros.
Sueño con un mar con ballenas
nadando en libertad. Sueño
con que algún día la
Comisión Ballenera Internacional
deje de discutir lo indiscutible para
dejar de practicar lo que ya es impracticable
y comenzar, de una vez por todas,
a defender la vida antes que sea demasiado
tarde, antes de que se extinga la
última ballena.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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