EL
ARTE DE PROTEGERSE
Los cangrejos se han diversificado
de manera extraordinaria en relación
al medio. Sin duda el más llamativo
es el cangrejo ermitaño que,
por no poseer caparazón propio
usa uno de segunda mano y se aloja
en una concha de caracol a la que
va cambiando por una mayor a medida
que va creciendo.
En ocasiones una cangrejo corta un
pedazo de esponja y la coloca sobre
el caracol, la esponja por tener células
independientes sigue creciendo cubriendo
la concha por completo entonces, cuando
el cangrejo siente la presencia de
un predador se queda quieto y pasa
desapercibido. Pero también
puede suceder que una anémona
se pegue al caracol logrando de esta
manera ser transportada en busca de
alimento sobre el inquieto cangrejo
que le permite alojarse sobre él,
a cambio de la protección que
ella le brinda con sus urticantes
tentáculos. Incluso cuando
el cangrejo cambia de concha le da
tiempo suficiente a "sus"
anémonas para que se muden.
La mayoría de los cangrejos
ermitaños tiene por "compañero
de habitación" a un pequeño
poliqueto. Estos pequeños organismos
marinos, semejantes en forma a una
lombriz, se desplazan por medio de
pequeñas cerdas. Cuando un
poliqueto se va a vivir con un cangrejo
ermitaño consigue no sólo
una casa segura sino también
alimento ya que cuando el cangrejo
se alimenta el poliqueto saca la cabeza
y se come lo que su compañero
deja caer. Sin duda alguna, un singular
y simpático trío que
se pasea despreocupadamente por el
fondo del mar.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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