MULTITUD
SILENCIOSA
Nunca la vida se
manifestó tan hermosa, tan
variada ni tan colorida como en un
jardín de coral. Sus intrincadas
ramificaciones y la multitud de peces
e invertebrados que viven en ellos
hacen que los buzos que los visitan
queden maravillados con tanto explendor.
El arrecife de coral
de la Gran Barrera Australiana tiene
un largo de 2.200 kilómetros
y es la construcción más
grande que un animal haya desarrollado
en nuestro planeta, al punto tal que
se la puede ver desde el espacio exterior.
Lo increíble de esta esplendorosa
y variada construcción, que
se asemeja a las flores de más
brillantes colores, es que está
formada por animales muy pequeños,
de menos de un centímetro llamados
pólipos y que, además,
son carnívoros.
Los pólipos
de coral se fijan a una base firme,
generalmente los esqueletos de sus
predecesores, generando su propio
exoesqueleto que lo afirma al sustrato.
Esta apilación de pólipos
forma una "cabeza de coral"
en donde viven centenares de estos
minúsculos pólipos.
La ramas del coral más veloz
crecen a un ritmo de sólo diez
centímetros al año.
Otras reducen su secuencia de crecimiento
a sólo un centímetro
anual. Así, una rama de apenas
un metro de largo puede haber tardado
todo un siglo en formarse.
Los pólipos
obtienen su nombre del griego, que
significa "muchos brazos".
Cuando el pólipo está
abierto, situación que generalmente
tiene lugar por las noches, extiende
sus tentáculos de vivos colores
que atrapan microscópicos animales
del zooplancton: la base de su alimentación.
Rara vez un pólipo logra comer,
en toda su vida, su propio peso en
alimento. Los arrecifes de coral requieren
de aguas cálidas para desarrollarse,
por eso sólo se los encuentran
a una latitud de 30° al sur y
al norte del Ecuador.
Los seres humanos
recién estamos comenzando a
entender la importancia de los corales
en el mundo. Su complicada organización
sólo ocupa un 0,2 % de las
áreas sumergidas, pero un sólo
arrecife pequeño puede contener
en su interior hasta 3000 especies
animales diferentes que viven en dependencia
con el coral. Los pólipos,
por su habilidad de vivir en aguas
pobres en nutrientes, son responsables
por albergar y alimentar a gran cantidad
de peces y crustáceos en aguas
que, sin ellos estarían desiertas.
Todo en un arrecife
está vivo, es increíble
que animales con forma y consistencia
de piedra sean dueños de tan
tremenda fragilidad. Una multitud
silenciosa de pequeños constructores
impotentes ante los cambios de cualquier
naturaleza. Si, por ejemplo, se desforesta
una zona cercana a una costa coralina
eso hará que el agua de lluvia,
al no poder ser absorvida por los
árboles y la vegetación,
llegue al mar en grandes cantidades
alterando la salinidad del agua costera
matando al arrecife de coral y a los
animales que lo habitan.
Debemos entender
que la vida está tan unida,
tan intrincadamente relacionada, que
no se puede cortar un árbol
en la selva, sin que un delfín
se estremezca en el fondo del mar.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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