LA
FUERZA DE LA UNIÓN
La temporada de
freza de una determinada especie es
un momento de mucho riesgo. Gran cantidad
de individuos se congregan en un área
determinada a los efectos de reproducir.
Esto provoca que los depredadores
de esa especie acudan en masa a esa
zona con la intención de encontrar
alimento abundante.
El cangrejo real, un gran crustáceo
de patas alargadas habitante de los
mares de Alaska y Patagonia Sur, ha
resuelto este problema de forma muy
singular. Cuando los cangrejos jóvenes
se concentran en un área determinada
del fondo marino, se suben unos arriba
de otros y se enredan fuertemente.
Forman cúmulos redondeados
y alargados.
Estos agregados están formados
por individuos de ambos sexos y prácticamente
de la misma edad. Este extraño
comportamiento social se observa en
los animales jóvenes durante
los tres primeros años de vida.
De esta manera permanecen juntos durante
la reproducción y pueden contrarrestar
mejor los ataques de los depredadores.
Sus caparazones rígidos, estrechamente
unidos, dan forma a una coraza sólida.
De esta manera se presentan ante el
enemigo como un solo y enorme animal
al que sería inútil
atacar. Pero si así y todo
los peces que se alimentan de ellos
intentaran un "asalto",
emprenderían con furiosos golpes
de cabeza sobre una población
y después de varios intentos
notarían que, sólo en
algunas ocasiones, lograrán
desprender un individuo de la formación.
Esto representa un escaso alimento
para un importante gasto de energía.
En una ocasión se ha seguido
y observado a una aglomeración
de un centenar de cangrejos, se comprobó
entonces que había recorrido
apenas 300 metros de fondo marino
en poco más de dos meses. En
el curso de su lento traslado se encontró
con otra formación bastante
más grande, de varios miles
de individuos y se fusionó
con ella. Después de estas
reuniones y terminada la freza, los
cangrejos reales recuperan su libertad
y retornan a su solitaria vida para
alimentarse. Entonces vuelven a ser
presa fácil de los depredadores
que tendrán que contentarse
con individuos aislados.
A lo largo de miles de años
de evolución, el mar ha ido
encontrando respuestas ingeniosas
a las preguntas de la supervivencia.
Los animales pudieron diseñar
defensas exitosas para enfrentar a
sus enemigos. Pero aún no han
generado "anticuerpos" contra
los ataques del hombre que, en el
caso del cangrejo real, aprovecha
estas masivas reuniones para pescarlos
con mínimo esfuerzo. El mar
deberá responder a esto, sólo
resta saber si le daremos tiempo.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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