EL
HOMBRE PEZ
Desde mucho tiempo
antes de que la historia se escribiera,
el hombre ha tratado de alcanzar la
profundidad de los mares, primero
en busca de alimento, después
por simple curiosidad. Pero fue recién
a mediados del siglo pasado cuando,
llevado por la interminable búsqueda
del conocimiento de sus propios límites,
convirtió estos descensos en
el mar en un récord mundial.
Se trataba de llegar más profundo
en apnea, o sea, simplemente reteniendo
la respiración.
La historia de los récords
comenzó en 1911 cuando el buque
italiano Regina Margarita perdió
su ancla original a una profundidad
de 66 metros. Un buceador local de
figura desgarbada se acercó
al capitán asegurándole
que él podría llegar
al ancla y atarla a un cabo para después
poder izarla. El hombre, sin ningún
equipo de buceo y ante la sorpresa
de todos cumplió con su palabra.
Su nombre era Haggi Statti y quedaría
grabado, por siempre, en la historia
mundial del buceo en apnea.
Luego, se sucedieron los intentos
por llegar más profundo.
La década
del 70 sorprendió al mundo
con un duelo singular. El italiano
Enzo Maiorca y el francés Jacques
Mayol se sucederían metro a
metro en un diálogo entre campeones
que daría vida a la película
Azul Profundo. Con una tecnología
más sofisticada los hombres
descienden aferrados a un peso de
30 kilogramos ligado a un cable de
acero. Al llegar al fondo los buzos
se sueltan del sobrepeso y llegan
impulsados por sus aletas a la superficie.
A esta forma de sumergirse se la conocerá
como Récord de Peso Variable.
Fue Mayol quien a fines de 1976, con
este método, logra sobrepasar
los 100 metros de profundidad en apnea.
La década del 90 nos sorprende
con otro duelo de apneístas.
El cubano Pipín Ferreras y
el italiano Umberto Pelizzari se disputan
el récord de profundidad en
apnea de peso variable. El 3 de noviembre
del 2001 será Umberto Pelizzari,
foto de la derecha, quien alcance,
en Capri, la profundidad máxima
de 131 metros. Después se idearía
otra modalidad para alcanzar la profundidad,
conocida como "no limits"
en la que los buzos retornan a la
superficie tomados de un globo que
inflan al llegar al fondo. Umberto
Pelizzari alcanzará entonces
los 150 metros de profundidad siendo
superado luego por Pipín Ferreras
que alcanzó, en la misma categoría
los 162 metros. Pero la categoría
"no limits" no fue homologada
por ninguna federación y se
encuentra aún en un estado
experimental.
Cuando le preguntaron a Umberto Pelizzari
el por qué de los récords,
el simplemente respondió: "Uno
no desciende 150 metros en apnea para
ver lo que se encuentra a su alrededor
sino para indagar en el abismo interno
de uno mismo."
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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