ESA
TIERNA FRAGILIDAD
Cuando los primeros
navegantes llegaron a América,
encontraron sus costas llenas de manatíes.
Vistos desde la distancia, con cierta
cuota de anhelo y fantasías
los confundieron rápidamente
con sirenas, de ahí su nombre
de sirénidos. Incluso Cristóbal
Colón describió en el
diario de a bordo su encuentro con
tres sirenas mencionando "que
no son tan bellas como los navegantes
las describen"
Durante muchos años estos dóciles
animales fueron cazados por poseer
gran cantidad de carne y grasa ya
que su cuerpo llega a medir hasta
tres metros y su peso ronda los 300
a 500 kg. Hoy están restringidos
a sólo tres poblaciones en
el mundo con escasos individuos: La
del Río Níger, en África;
la del Amazonas, en Brasil y la de
Crystal River en la Florida, donde
parecen preferir el agua dulce de
los estuarios cercanos al mar aunque
en el pasado se los ha visto transitar
por las costas marinas e incluso pasar
de una isla a otra en el Mar Caribe.
Son básicamente herbívoros
y se alimentan de las plantas del
fondo llegando a comer entre el 8
al 15% de su peso diariamente. Comen
durante ocho o diez horas por día,
es por eso muy común verlos
masticando plantas que sobresalen
de su boca. No son rumiantes como
otros mamíferos pero su intestino
de 45 metros de largo les permite
absorber un gran volumen del alimento
digerido. Para no desperdiciar calorías
realizan movimientos sumamente lentos,
actitud que actualmente les traen
problemas con las hélices que
los matan o marcan sus lomos. Son
animales sociables y amables, cuando
se encuentran con otros individuos
se muestran cordiales, se olfatean
e incluso se acarician con las aletas
anteriores. De la misma manera reaccionan
con los seres humanos. Al encontrarse
con un buzo suele mostrarse curioso
y tomar contacto, incluso las madres
permiten que los buzos acaricien a
sus crías.
De carácter dócil y
confiado, conducta inofensiva, lentitud
de movimientos, una tasa reproductiva
baja y una carne sabrosa y abundante,
estos entrañables animales
tienen características que
parecen reñidas con la supervivencia
en el mundo actual. Si bien hoy no
son cazados, sus muertes se deben
a la actividad humana tales como cambios
en los cursos fluviales, contaminación
o choques con hélices. En la
Florida se registra una baja de la
población del 10 % anual. Se
teme que los pocos ejemplares existentes
en el mundo no permitan el intercambio
genético necesario para mantener
a la especie por mucho tiempo más.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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