LA
VIDA EN LOS DIENTES
Los mares árticos
suelen ser el hábitat ideal
de las morsas, estos enormes representantes
de la familia de los pinnípedos
cuyos machos, que suelen ser mayores
que las hembras, alcanzan un peso
de 1.700 kilos a principios del invierno
cuando están atiborrados de
grasa.
A simple vista las morsas pueden ser
identificadas por los dos grandes
colmillos que salen de su boca y que
tienen la calidad del más fino
marfil. Estos grandes colmillos que
en realidad son los caninos superiores
extremadamente desarrollados se caracterizan
por su continuo crecimiento, lo que
nos puede dar entonces una idea de
la edad del animal. En ejemplares
adultos llegan a medir poco más
de un metro y a pesar unos cinco kilos.
Los colmillos del macho suelen estar
más curvados que los de la
hembra lo que facilita la identificación
de los sexos sobretodo en juveniles.
Si adoptamos el principio de que en
la naturaleza nada es superfluo estos
dientes hiperdesarrollados deben cumplir
importantes funciones. De hecho la
principal función es escarbar
los fondos de limo para obtener su
alimento basado en moluscos, crustáceos
y equinodermos. Si bien las morsas
son animales tímidos y retraídos
no dudan en utilizar sus dientes como
armas defensivas ante una amenaza.
Otra de las funciones es la de servir
como punto de apoyo cuando las morsas
se deslizan por el hielo, ésta
actitud de apoyarse en los caninos
les dio el nombre científico
de odobenus que, del latín
significa "aquel que camina con
los dientes".
Entre sus principales depredadores
se encuentran las orcas y los esquimales
que utilizan su carne, su grasa, su
piel, sus huesos y sus dientes, en
definitiva, todo el animal. Esto las
llevó al borde de la extinción.
Hoy, protegidas por estrictas leyes
el peligro parece haberse conjurado.
Pero las manadas de gigantes de grandes
colmillos que otrora descendían
de los hielos árticos a las
costas europeas, no lo hacen ya mas.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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