UNA
BROMA DE LA NATURALEZA
Cuando el Doctor
Shaw, del Museo de Historia Natural
de Londres recibió, en 1797
la piel de un ornitorrinco pensó
que se trataba de un fraude. No era
posible pensar en la existencia de
un animal con piel de topo, cola de
castor, patas de rana, espolón
de gallo, pico de pato y dientes.
Lo que aún no sabían
era que además se trataba de
un mamífero que pone huevos.
Residente en los lagos y ríos
de Tasmania y Australia el ornitorrinco
parece un animal al que la naturaleza
armó con lo que le quedaba.
Pero, estudiado a fondo, es un ser
formidable. Es un animal excavador,
construye, en la costa de los ríos,
una madriguera que consta de una larga
galería que se abre por encima
y por debajo del nivel del agua y
termina en una cámara bastante
espaciosa tapizada de hiervas secas.
En esta cámara es donde la
hembra pone sus dos huevos que son
blandos y compresibles. Al nacer las
crías inmediatamente se introducen
en un pliegue de la piel, especie
de rudimento de bolsa marsupial donde
se vierte la secreción láctica.
Para hacer todo aún más
confuso, los ornitorrincos poseen
dientes de "leche" que pierden
con la edad.
Su pico de pato, recubierto por una
fina piel, es un elemento increíblemente
útil para buscar alimento en
el fondo fangoso de los ríos
donde los ornitorrincos se alimentan
de gusanos, larvas de insectos, camarones
de agua dulce, caracoles inmaduros
y pequeños peces y ranas. Una
vez que se ha sumergido bajo el agua
sus ojos, orejas y fosas nasales se
cierran por lo que nada sin ver. Es
ahí donde se pone en juego
el aspecto más fantástico
de este animal.
El pico de los ornitorrincos posee
electrorreceptores tan sensibles que
pueden percibir el campo eléctrico
generado por el ligero movimiento
de la cola de un camarón a
veinte centímetros de distancia.
Sin duda alguna, un cazador extremadamente
eficaz que aún hoy en día
nos sigue sorprendiendo.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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