LAS
PIEDRAS DEL CAMINO
El juego de la vida en el fondo del
mar se divide entre los cazadores
y los cazados. Casi todos los peces
tienen que encontrar la manera de
sorprender a sus presas y evitar,
al mismo tiempo el ser sorprendidos
por sus depredadores.
Los rascacios son peces especializados
en el camuflaje al punto tal que se
los conoce con el nombre de "pez
piedra". Los apéndices
carnosos ayudan a camuflar su gran
cabeza y fornido cuerpo. Su color
moteado y manchado con tonos tierra
los hacen difícil de detectar
ya que yacen inmóviles en el
fondo de piedras o algas. Este engaño
sirve tanto para engañar a
sus presas como a sus depredadores.
Los pequeños peces del arrecife
no detectarán su presencia
y se pasearán delante de su
inmensa boca, entonces el rascacio,
en un movimiento casi imperceptible
se arrojará sobre ellos sin
que puedan hacer nada para evitarlo.
Los depredadores no lograrán
visualizarlo pero incluso siendo detectados
los peces piedra cuentan con un segundo
elemento de defensa. Las espinas de
la aleta dorsal delantera, que pueden
elevarse como defensa, son muy duras,
filosas y segregan un veneno lo suficientemente
poderoso para matar al predador. Afortunadamente,
el veneno no es lo suficientemente
fuerte para lastimar seriamente a
un buzo pero la herida causa dolor
y puede presentar fiebre.
Frecuentemente los submarinistas pasan
a su lado sin detectarlo; esto no
parece molestar al pez piedra que
gracias a la gran movilidad de sus
ojos tiene una visión periférica
de unos 300º. Si se lo molesta,
incluso si se lo toca, se muestra
perezoso y lento. Si se ve molestado,
se desplaza lentamente para situarse
a pocos metros de distancia entre
las piedras o el coral. En estos desplazamientos
extiende sus aletas pectorales, normalmente
retraídas y que para sorpresa
del buceador, se presentan brillantemente
coloridas.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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