ALAS
DE ÁNGEL
No se puede decir
que el "rubio" es un pez
vistoso, al menos no mientras está
descansando en el fondo. Pero cuando
se desplaza extiende sus hermosas
aletas pectorales con radios de un
intenso color azul eléctrico
que maravillan la vista.
Puede parecer extraño
que un pez se preocupe tanto por ser
visto en un ambiente hostil. Pero,
justamente su estrategia se basa en
este punto. Cuando el rubio se siente
amenazado por un depredador, extiende
sus aletas. Esto sorprende al cazador
no sólo por sus vistosos colores
si no por el hecho preocupante de
que su víctima haya aumentado
de tamaño. Esta duda es crucial
para el rubio que, de pronto, acelerará
la marcha, plegará sus aletas
y se pegará a la arena del
fondo confundiéndose con su
color pasando totalmente desapercibido.
El depredador nunca sabrá adónde
se fue aquella que era su vistosa
presa.
Pero las aletas
del rubio tendrán una segunda
función no menos importante.
Los tres primeros radios están
libres y ligeramente doblados hacia
el abajo como si fueran dedos de una
mano que acarician el fondo al pasar.
Estas aletas forman parte de un sistema
sensorial increíblemente desarrollado
que le permite al rubio "tactar"
el fondo en busca de su alimento preferido:
los moluscos y crustáceos.
Si bien es un animal
de hábitos solitarios, tiene
una vejiga natatoria curiosamente
desarrollada que le permite emitir
sonidos vibrantes parecidos a un gruñido.
Puede que estos sonidos tengan una
relación directa con la búsqueda
y localización de una pareja
para procrear.
Con un sistema tan
complejo para alimentarse y defenderse,
el rubio es un pez tranquilo que pasea
por el fondo lenta y despreocupadamente.
Si un buzo se desplazara en el agua
a un par de metros por encima de él,
podría seguir sin esfuerzo
su zigzaguearte movimiento, hipnotizado
por la belleza del despliegue y la
delicadeza de los suaves movimientos
de un pez que acaricia el fondo, de
un ángel que vuela debajo del
agua.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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