SERPIENTES
DE OCHO CABEZAS
Muy pocos animales
tienen tan mala reputación
como el pulpo. Artistas y escritores
antiguos, durante mucho tiempo describieron
a los pulpos como gigantescos mounstruos
sedientos de sangre y con fuerza suficiente
para triturar barcos. Bautizados como
"peces diabólicos"
por nuestros ancestros, eran para
ellos de apariencia terrible, feroces
y ambrientos. La clasificación
de Cefalópodo (cabeza en los
pies) confundía aún
más la imaginación humana.
Victor Hugo escribió: "Los
horribles tentáculos son duros
como el acero, fríos como la
noche, el pulpo lo atrae a uno. Imposibilitado
de movimiento el hombre es absorvido
dentro de la horrible bolsa que es
el mounstruo mismo, la muerte llega
en forma terrible". En su única
inmersión abordo de una campana
construida por Aristóteles,
Alejandro Magno los decribió
como "serpientes de ocho cabezas".
Pero lo cierto es que Victor Hugo
nunca estuvo frente a un pulpo. La
realidad indica que el pulpo no tiene
ni las proporciones ni el temperamento
de un monstruo, la realidad nos muestra
un animal tímido y huidizo.
Es difícil para un ser humano
imaginar un animal absolutamente carente
de huesos, tan flexible que puede
pasar por el pico de una botella para
refugiarse en su interior. Los pulpos
son en realidad, animales absolutamente
sorprendentes.
Maestro del camuflage, puede cambiar
de color instantáneamente adoptando
los colores del fondo en el que se
posa haciéndose, de esta forma,
invisible o incluso tomando una apariencia
feroz para asustar a quien intente
atacarlo. Pero, si este método
falla, puede escapar a toda velocidad
usando sus vías respiratorias
como un potente propulsor al mismo
tiempo que libera nubes de tinta para
confundir a su predador. Presente
en todos los mares del mundo es representado
por 150 especies diferentes que miden,
de punta a punta de sus ocho tentáculos,
entre los dos centímetros las
más chicas de estas especies
a siete metros las más grandes.
Rápidos, curiosos, poseedores
de cierto forma de inteligencia, dotados
de tres corazones, con un ojo absolutamente
desarrollado para la visión
subacuática, golosos a la hora
de los cangrejos y las langostas.
Son enemigos de las morenas, amigos
del engaño. Los pulpos se pasean
por el fondo del mar desde mucho tiempo
antes de que los hombres empezáramos
a intentar conocerlos, dos ojos atentos
que se asoman ante la presencia de
un buzo, ellos saben de qué
se trata, ellos siempre lo supieron.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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