EL
MÁGICO EQUILIBRIO
No hay ningún
ser vivo en este planeta tan inmenso
y majestuoso como el mar, tal vez
por eso pueda contener tantas y tan
variadas formas de vida. Animales
que parecen plantas, plantas que parecen
animales, otros animales que parecen
piedras. Seres vivos sólo visibles
con un microscopio y otros tan grandes
como todo el laboratorio. Dóciles
y agresivos, salvajes y pacíficos,
todos parecen convivir en mágico
equilibrio bajo la superficie del
agua.
El pez más grande, registrado
hasta el momento es un tiburón
ballena de 18 metros capturado en
Tailandia en 1919, pero a algunas
millas de distancia, en el Pacífico
Sur, se encuentra el otro extremo
de la escala representada por el praematurus
de Schindleira un pez que mide apenas
12 milímetros.
Los mamíferos marinos no escapan
de estas diferencias e incluso las
hacen más notables. El mayor
registro de ballena azul se consiguió
en las Islas Shetland en 1926 con
un porte de 33,27 metros y 190.000
kilogramos de peso. En tanto otro
cetáceo, la franciscana o delfín
del Río de la Plata, rara vez
supera el metro sesenta de largo y
ronda los 40 kilogramos. Una ballena
azul equivale en peso a 4.750 franciscanas.
Pero no sólo los tamaños
son diferentes entre los habitantes
del mar, cualquier aspecto de sus
vidas lo es. Desde la alimentación
hasta la reproducción, pasando
por las estrategias de ataque y defensa.
Mientras que el pez vela se desplaza
a una velocidad máxima de 68.18
millas por hora, el pequeño
hipocampo sólo puede desarrollar
velocidades de 0.01 millas por hora.
Un caballito de mar debería
marchar sin detenerse durante 284
días para recorrer la misma
distancia que recorre un pez vela
en apenas una hora.
Es justamente esa gran diversidad
lo que lo hace mágico y sorprendente,
grandioso y frágil. El mar
se mueve entre nuestras vidas generando
suspiros y temores. Demasiado grande
para abarcarlo, demasiado profundo
para conocerlo, demasiado simple para
entenderlo. El ser más viejo
del planeta, dueño de la memoria
y del misterio, marca nuestro tiempo
al compás de sus olas, escribe
nuestro destino con cada marea.
"No
se puede defender lo que no se ama
y no se puede amar lo que no se conoce"
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