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Donde otros no llegan

Pez mariposa

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En el arrecife de coral todos parecen estar hambrientos. Tal vez se trate de que conseguir el sustento diario no es sencillo en medio de tanta competencia. El pez grande se come al chico y el pez chico come lo que puede, o lo que le dejan comer. Ser más veloz, más agresivo o más astuto parece ser la norma general para alimentarse convenientemente.

El simpático pez mariposa ha adaptado su cuerpo a la obtención de una franja de alimento desperdiciado, o al menos inalcanzable, por los otros peces. En el largo proceso evolutivo su boca se fue alargando dándole una apariencia de pico extensible. Las mandíbulas, muy pequeñas, se trasladaron al extremo del hocico. Con esta herramienta el pez mariposa puede acceder a las pequeñas hendiduras y rajaduras del coral de donde, raspando con sus pequeños dientes, obtiene el musgo que le sirve de alimento.

Claro que no se trata de mucho alimento, pero no necesita más. Su pequeño cuerpo, convenientemente aplanado, le permite pasearse entre los intrincados corales, no requiere ser veloz ni agresivo por lo que no gasta demasiadas energías en procurarse el sustento. Una ecuación ideal si el alimento no es mucho. Los peces mariposa se adaptaron tanto a este tipo de alimentación que se observó en animales en cautiverio que, cuando se les exponía el mismo musgo sobre una piedra ellos no lo tomaban y había que introducirlo en las pequeñas rajaduras de las piedras del fondo para que ellos mismos lo alcanzaran.

Ser lento, tranquilo y consumir poco alimento es ideal para el gasto energético aunque no es bueno para defenderse de los depredadores. Pero la astucia vence a la velocidad. En cada uno de sus flancos el pez mariposa tiene dibujado una gran mancha negra conocida como «falso ojo», mientras que una mancha lineal esconde al ojo verdadero. Cuando un depredador lo ve, ve un gran ojo, al que seguramente le corresponderá una gran boca y elige otra presa. Este truco es utilizado también por muchos tipos de mariposas terrestres, de ahí su nombre.

Sumisos, tímidos, casi distraídos, a veces huidizos, siempre hermosos; los peces mariposa son los animales más bellos del fondo. Ellos dan vida y movimiento al coral. Tan frágiles y suaves que los buzos, al verlos, bajamos nuestro ritmo de respiración para no asustarlos con el ruido de nuestras burbujas, nos quedamos inmóviles en el fondo tratando de entender tanta belleza en movimiento.

«No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce»