La especie más pequeña de hipocampo, hallada hasta el momento, fue registrada recientemente en los mares de Indonesia. La nueva especie, que se suma a las 32 ya conocidas, fue bautizada con el nombre de Hipocampo Denise, un tipo de caballito de mar que apenas alcanza los 16 mm, aún más pequeño que la uña de un dedo.
La bióloga marina Sara Lourie, miembro del equipo del Project Seahorse con base en la Universidad de British Columbia, se basó en el increíble trabajo del reconocido fotógrafo submarino Denise Tackett para clasificar a la nueva especie. Tackett obtuvo un total de 1.997 fotografías del pequeño hipocampo en su ambiente natural.
La Dra. Lourie eligió el nombre de Denise, que proviene del dios griego del vino Dionysus que significa «salvaje y frenético» ya que, comparados con otros hipocampos, éstas son pequeñas y muy activas criaturas.
Al mismo tiempo en los mercados de Hong Kong se pueden encontrar varios productos basados en el uso de hipocampos. La larga lista incluye hipocampos disecados como llaveros, adornos de Navidad o simples souvenirs. Pero, tal vez, el más ridículo de estos productos es un tipo de tónico capilar que se comercializa en frascos que contienen hipocampos en su interior. La creencia es que si los caballitos de mar son sumergidos en el tónico aún estando vivos, al morir ahogados, despedirán líquidos que aumentará la potencia del tónico.
Es increíble que mientras un grupo de personas hacen grandes y admirables esfuerzos por clasificar y conocer a estos populares animales para poder entenderlos y ayudarlos en su conservación, otro grupo de personas los ahogan alegremente en una pasta gelatinosa con el simple objeto de ganar dinero sin demostrar ningún respeto por la vida.
Sin duda alguna, el mundo actual está dividido entre los que protegen y los que matan, entre los que ensucian y los que limpian. La vieja polémica entre los cazadores y los ecologistas tiene variadas facetas. El hombre en su absoluta diversidad fue capaz de crear la penicilina y la bomba atómica en un mundo dividido en dos, entre los que entienden y los que nunca entendieron nada.
Es el fantástico mundo en el que vivimos, con sus aciertos y sus errores. Un mundo en el que, tarde o temprano, tendremos que elegir a qué bando queremos pertenecer…
«No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce»