«El Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas subterráneas del mundo, se encuentra en una zona estratégica conocida como la Triple Frontera, compartida por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. En un futuro no muy lejano, la escasez de agua será un motivo de conflictos y su posesión se convertirá en un tesoro preciado.
Este acuífero, considerado hasta ahora como la tercera reserva de agua dulce más grande del mundo, podría ser incluso la mayor corriente de agua subterránea según las últimas estimaciones. Esto ha generado diversas preocupaciones. ¿Vendrán aquellos que se están quedando sin agua a disputarnos el Guaraní? ¿Es posible que intenten arrebatarnos el agua por la fuerza?
Ubicado entre las cuencas de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay, el Acuífero Guaraní abarca aproximadamente 1.194.000 km2. Brasil posee el 70%, Argentina el 19%, Paraguay el 6% y Uruguay el 5% restante. Sin embargo, aún se desconoce completamente su alcance, incluso se especula que podría extenderse más allá de la laguna de Mar Chiquita en Paraguay y Argentina, llegando incluso a los grandes lagos cordilleranos argentinos por el sur.
Las dimensiones de esta reserva son asombrosas, superando en tamaño a España, Francia y Portugal juntas. Con un volumen de 55 mil kilómetros cúbicos, equivalente a un billón de litros de agua, y una gestión adecuada, podría abastecer a alrededor de 720 millones de personas con una dotación diaria de 300 litros por habitante. Parece una idea sacada de una película de ciencia ficción.
Según el experto mexicano Gian Carlo Delgado, autor del libro «Agua y seguridad nacional», el problema no radica tanto en la disminución de las reservas de agua, sino en el cambio en su localización y calidad. Existe un alto índice de contaminación del agua y una reubicación espacial de las precipitaciones y, por lo tanto, del agua dulce. Las zonas de alta biodiversidad, como la que alberga el Acuífero Guaraní, serán estratégicas a nivel local, regional y mundial.
Es importante recordar que solo el 2,5% del agua en el planeta es dulce, el resto requiere costosos y complejos procesos de desalinización para ser potabilizada, lo cual solo unos pocos gobiernos pueden implementar. La cantidad de agua en el mundo se duplica cada 20 años, pero existen diversas variables que afectan su disponibilidad, como el crecimiento demográfico, el uso indiscriminado en la agricultura y la explotación descontrolada de los recursos hídricos.
Las estadísticas indican que el 85% del agua se utiliza por el 12% de la población, lo cual refleja una distribución desigual. Aunque en el continente americano, que alberga solo al 12% de la población mundial, se encuentran el 47% de las reservas de agua potable.
Mientras en Europa escasea el agua y se preocupan debido a la contaminación de la mayoría de sus 55 ríos, en Sudamérica el problema se presenta bajo una figura distinta: la privatización. Aquí, el agua está presente, incluso cuando no es visible porque se encuentra bajo tierra. Sin embargo, desde que los organismos internacionales han determinado que el agua puede ser considerada una mercancía regida por las leyes de la OMC en lugar de un derecho humano, el flujo del agua hacia los grifos y las botellas adquiere tintes económicos. Un recurso como el Acuífero Guaraní, con un volumen anual explotable de 40 a 80 km3, se convierte en una extraordinaria fuente de riqueza para las empresas del sector.
Desde noviembre de 2001, el Banco Mundial, a través de su brazo especializado en medio ambiente llamado GEF, ha estado financiando investigaciones y trabajos destinados a lograr un «desarrollo sostenible» del acuífero. Los gobiernos involucrados en esta reserva han confiado en organismos internacionales para estudiar sus recursos, lo que, según los más desconfiados, podría poner en peligro el tesoro. Organismos alemanes, holandeses y programas de la ONU participaron en el proyecto.
«Los organismos internacionales, como el Banco Mundial, buscan crear una nueva región industrial y competitiva a nivel mundial en la región del Guaraní, sin importarles la conservación del acuífero ni los verdaderos intereses de los habitantes de la región, que suman 15 millones de personas. Su único objetivo es el desarrollo industrial, lo que aumenta los riesgos de cualquier proceso de privatización», afirmó Sara Grusky, miembro de la ONG Water for All, desde Canadá.
Mientras Europa muestra interés en términos de negocios, dado que las mayores empresas vinculadas a la industria del agua son europeas, Estados Unidos enfrenta la desesperación de ver cómo sus reservas se agotan y se enfrenta a un futuro estéril y seco.
Según un informe exhaustivo preparado por la profesora argentina Elsa Bruzzone, del CEMIDA, basado en trabajos de los canadienses Barlow y Clark (autores del conocido libro «A la caza del oro azul»), el 40% de los ríos y lagos de EE.UU. están contaminados, al igual que acuíferos como el Ogallala, que se extiende por 8 estados desde Dakota del Sur hasta Texas y que ha disminuido su caudal hasta 30 metros en algunas áreas. La sobreexplotación y el uso de agrotóxicos están acabando con el agua. Tanto en la frontera con Canadá como con México, los ríos compartidos y las leyes interpretadas según intereses propios están provocando conflictos que se intensifican cada año.
Sin leyes, no hay protección posible. En el informe «Santa Fe IV», preparado por un influyente grupo del Partido Republicano en 2000, hacia el final del gobierno de Bill Clinton, se planteaban los elementos geoestratégicos clave para la seguridad nacional de Estados Unidos en el próximo siglo. Uno de ellos era garantizar que «los países del hemisferio no sean hostiles a nuestras preocupaciones de seguridad nacional».
Estrechamente relacionado con eso, había otro punto en el informe de los exasesores de Reagan y Bush padre que explicaba por qué era prioritario que los países que albergan el Acuífero Guaraní promulguen leyes para protegerlo como patrimonio nacional. El informe afirmaba que Estados Unidos debía asegurarse de que «los recursos naturales del hemisferio estén disponibles para satisfacer nuestras prioridades nacionales».
En resumen, el Acuífero Guaraní es una de las mayores reservas subterráneas de agua dulce del mundo, compartida por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Su tamaño es impresionante y su explotación adecuada podría abastecer a una gran cantidad de personas. Sin embargo, existen preocupaciones sobre la privatización del agua y el acceso a este recurso estratégico.
Organismos internacionales están llevando a cabo estudios y trabajos para su desarrollo sostenible, pero también se plantean interrogantes sobre los intereses y las consecuencias de estas acciones. Además, se observa un aumento de la contaminación del agua y conflictos relacionados con el uso y la distribución del agua en otras partes del continente, como en Estados Unidos. En este contexto, se plantean preguntas sobre la protección legal del acuífero y los intereses geopolíticos que podrían influir en su gestión y control.