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Reserva hídrica natural Pampa de Achala

Reserva hídrica natural Pampa de Achala

La reserva hídrica natural Pampa de Achala se ubica en la zona central de las Sierras Grandes, un cordón montañoso que alcanza su mayor altura en el cerro Champaquí, de 2790 metros, en la provincia de Córdoba. Es una superficie medianamente llana con una altitud que varía entre 2100 y 2200 metros y cuya extensión es de aproximadamente 65 kilómetros en sentido norte-sur y unos 8 kilómetros de este a oeste.

El suelo se halla interrumpido por afloramientos rocosos y algunas planicies sobreelevadas de material de arrastre fluvial, proveniente de las sierras cercanas como resultado de las torrenciales lluvias que provocan la crecida violenta de los cursos de agua.

Azotada casi permanentemente por un viento constante su clima en verano es muy inestable, con temperaturas que alcanzan hasta 35°C en un día soleado, pero que descienden bruscamente hasta los 5°C durante la noche. En invierno suele ser muy fría y es muy común que se cubra de nieve. La vegetación de carácter xerófilo, sumada a la diversidad de ambientes, facilita la presencia de una fauna muy particular.

La mayor parte de las precipitaciones que se producen en la provincia son recibidas y almacenadas en esta región que abarca una superficie de 146.000 hectáreas, razón por la cual fue declarada Reserva Hídrica Provincial en el año 1995.

Innumerables ríos cordobeses tienen sus nacientes en la zona y el agua de la mayoría de estos cursos surge naturalmente abriéndose paso desde las profundidades de los depósitos subterráneos y fluyendo luego en manantiales. La presión con que asciende y surge en la superficie es muy variable y depende de la oposición natural que le impongan los materiales subyacentes.

Todas estas escorrentías incrementan su caudal al producirse precipitaciones, las que son muy comunes en la zona, de corta duración, muy torrenciales y acompañadas por lo general de tormentas eléctricas y vientos de mediana intensidad y corta duración.

Estas tormentas se originan sobre los valles circundantes (Calamuchita, Traslasierra y Punilla), avanzan hacia el cordón principal de las Sierras Grandes y, al llegar a la Pampa de Achala, se encuentran con vientos que soplan en dirección contraria. La diferencia de temperatura provoca lluvias en forma inmediata.

Es muy fácil imaginar la enorme cantidad de agua que precipita anualmente sobre esta región y la importancia estratégica que la misma tiene para una vasta zona de la provincia de Córdoba. Pero si bien la decisión de declararla Reserva Hídrica Provincial fue muy acertada, debería acompañarse con algunas medidas que apunten a detener la contaminación que lentamente avanza sobre la zona.

Del relevamiento que efectuamos en el lugar en el mes de enero de 2003 surgieron evidencias que justifican ampliamente esta solicitud. La exploración de varios cursos de agua demostró que existía un denominador común: en todos había elementos contaminantes (envases plásticos, bolsas de nylon, gran cantidad de pañales descartables, etc.).

Pero la presencia de residuos aumentaba gradualmente a medida que nos acercábamos al Camino de las Altas Cumbres, ruta muy transitada que une Villa Carlos Paz con Mina Clavero. Las advertencias respecto a no arrojar basura en esta zona parece ser ignorada por la mayoría de las personas.

La Pampa de Achala no ha tenido un desarrollo turístico pleno y la mayor parte de las personas que la recorren están de paso hacia otros lugares de la provincia, o son visitantes ocasionales de «circuitos turísticos» originados en Mina Clavero o Carlos Paz. La mayoría de la población que depende del abastecimiento de agua dulce de esta reserva es conciente de la importancia que la misma tiene para la región.

Es bien sabido que el ciclo hidrológico de nuestro planeta es muy complejo y ha demostrado ser perfecto a lo largo de millones de años. Pero también es cierto que cualquier sistema morfológico puede modificarse por la intervención humana.

Sería muy interesante que las autoridades del Gobierno de Córdoba comenzacen a pensar muy seriamente en que el turismo mal manejado, o con criterios que se apartan de la idea de conservación sostenible, puede transformarse en el peor enemigo de lo que se quiere conservar.

Carlos Daniel Abasto
Especial para barrameda.com.ar

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