Hace aproximadamente 15 años quienes nos interesamos por los temas relacionados con la ecología y el medio ambiente comenzamos a vislumbrar el gran potencial de los vehículos eléctricos.
Ya en aquellos años éramos conscientes que para que fueran una alternativa superadora de los impulsados por motores de combustión interna era necesario que fueran alimentados con energía eléctrica proveniente de fuentes renovables.
Ya conocíamos el enorme potencial de la energía eólica, actualmente muy afianzada, como así también de la fotovoltaica, hoy en franco desarrollo, y sin dejar de lado la energía hidráulica, la mareomotriz y hasta considerando en aquellos años la energía nuclear, que si bien no es limpia, debido a los enormes riesgos que su producción conlleva, aparece como una fuente cercana a lo inagotable y no contaminante en la medida en que no ocurran accidentes.
Desde aquella perspectiva, preocupaba el desarrollo tecnológico necesario para la producción de vehículos eficientes y paulatina y razonablemente al alcance de cada vez más sectores.
A título personal debo decir que sospecho que en aquella época no tenía en cuenta el problema de la disposición final de las baterías que alimentarían estos motores, de su impacto ecológico ni de la posibilidad del reciclado de sus componentes.
Los actuales vehículos eléctricos son propulsados por motores alimentados por baterías de iones de litio, cada vez más eficientes y con mayor autonomía. Su ciclo de vida varía entre las 400 y 1200 recargas.
Estas mismas baterías son las que alimentan a nuestros smartphones y ordenadores portátiles. Tienen una alta eficiencia energética, buena relación peso/potencia, buen rendimiento a altas temperaturas y baja autodescarga.
Ahora bien, cabe preguntarse (y es imprescindible responder) ¿qué hacemos con ellas una vez finalizada su vida útil?
Reciclaje
Sin dudas, proceder a su reciclaje. Y en este punto es que tenemos que hablar de tres procesos o técnicas diferenciadas, a saber:
Fundición
Sometiendo los materiales a altas temperaturas se procede a la separación de los elementos valiosos para luego proceder a su refinación, mientras que los elementos orgánicos se queman, a la vez que se utilizan como combustibles.
Recuperación directa
Este proceso se realiza a menores temperaturas, lo que implica un ahorro de combustible y permite separar y extraer los distintos componentes para su reutilización; si bien a esta altura del desarrollo tecnológico, los mismos solo pueden ser utilizados en otros dispositivos de almacenamiento, menos sofisticados.
Proceso intermedio
Este aparece como una mezcla de los detallados anteriormente y permite recuperar componentes de diversos tipos de baterías; no solo a la de iones de litio. Su importancia radica en que puede constituirse en una fuente de provisión de materiales para aquellos países que no los disponen y de este modo se podrían garantizar una cadena de suministros estable.
Conclusión
En todos los casos es necesario aclarar que en el estado actual de las técnicas de reciclaje los procesos resultan difícilmente rentables. Es por esto que urge optimizar los métodos, reduciendo costos, aplicando incentivos, volviendo viable una actividad que sin discusiones tiene un resultado claramente positivo para el equilibrio ecológico y medio ambiental de nuestro planeta.
Daniel Blanco
exclusivo para barrameda.com.ar
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