Esta pregunta es recurrente y su respuesta incierta. Esto no quita que haya muchos factores que nos hagan avizorar esa posibilidad.
Quizás estemos en una carrera contra el tiempo donde intervienen varios factores. Nuestro planeta podría ser impactado por un asteroide pero eso está bastante lejos de las actuales previsiones de largo plazo. Podría estallar una guerra devastadora, eso es posible aunque siempre tenemos la esperanza que el sentido común se imponga y no volvamos a caer en viejos errores; más allá que las actuales circunstancias no son del todo halagüeñas.
Pero lo que aparece como una amenaza cierta, que desde hace años se está desplegando y que no cesa en su avance es el cambio climático. En este punto vamos a centrar nuestro análisis.
El informe 1.5 del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), un documento publicado en 2019 que presenta un estado general de las emisiones de GEI de los países y que tiene como principal objetivo limitar el aumento de la temperatura global a 1.5°, citado por Greta Thunberg en la COP 25 Madrid, incluye en el capítulo 2, página 108, dice que si queremos tener una chance del 67% de limitar el aumento de la temperatura global a menos de 1,5 grados centígrados, tenemos que, el 1 de enero de 2018, nos quedaban 420 gigatones de CO2 para emitir en ese presupuesto.
Pero ese número es mucho menor hoy porque emitimos 42 gigatones de CO2 por año, incluyendo el uso de la tierra», añadió Greta. A partir de estos datos podemos inferir que, sosteniendo el actual ritmo de emisiones, el plazo es de 10 años a partir de 2018.
Más allá, los fenómenos se potenciarían y la progresión del calentamiento posiblemente se acelere. No obstante, algunos investigadores, participantes del IPCC explican que esto «sería un proceso de 30 años, porque hay otros mecanismos naturales que regulan la temperatura más allá de las acciones humanas». Si así fuera la fecha crítica rondaría el año 2048.
Y justamente, hace unos meses, en un trabajo publicado por el Breakthrough National Center for Climate Restoration de Australia describía para 2050 un escenario casi alarmante. Los autores partieron de la premisa de que no se van a tomar acciones globales para reducir las emisiones en la década de 2020, por lo que el pico máximo de emisiones se alcanzaría en 2030.
Eso supone que para el año 2050 las temperaturas promedio lleguen a alcanzar los 3 ºC por encima de los niveles preindustriales, provocando el deshielo en vastas regiones, el aumento del nivel del mar y de la temperatura de los océanos.
En estas circunstacias «un 35% de la superficie terrestre mundial y un 55% de la población mundial están sujetos a más de 20 días al año en condiciones de calor letal, más allá del umbral de la supervivencia humana». También supondría una pérdida masiva de permafrost, la liberación a la atmósfera de grandes cantidades de metano (gas con un potencial de retención del calor muy superior al dióxido de carbono), sequías y muerte a gran escala en la Amazonía y otras zonas tropicales.
Por otra parte recordemos las declaraciones realizadas por el físico Stephen Hawking en una entrevista para la BBC en la que alertó en varias ocasiones de la extinción de la especie humana debido al cambio climático, el aumento de la población, los asteroides y las epidemias. Declaró entonces “que tenemos los próximos 100 años para encontrar un nuevo planeta donde vivir si queremos sobrevivir como especie”.
Para algunos estos plazos superan holgadamente nuestra esperanza de vida, pero nos preocupan aún más, pensando que son los jóvenes de hoy y las generaciones por venir las que deberán afrontar problemas de magnitud planetaria.
Más allá de las creencias individuales, tengamos fe, seamos esperanzados, consideremos que estamos a tiempo y ocupémonos activamente de luchar por un futuro mejor (y posible).
Daniel Blanco
exclusivo para barrameda.com.ar
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