Cada ser vivo -vegetal o animal-, es un individuo si se considera en relación a la especie a la cual pertenece. Desde el punto de vista de la ecología, un conjunto de individuos de una especie que ocupa un lugar determinado en el mismo tiempo forma una población.
Las poblaciones no son estables sino que se modifican según una serie de factores: variaciones climáticas, adaptación al medio, enfermedades, epidemias, acción de predadores, escasez de alimentos y el movimiento de los propios individuos en el territorio en procesos de migración.
El conjunto de poblaciones de distintas especies que habitan en una misma área recibe el nombre de comunidad. Por ejemplo, el conjunto de poblaciones de hormigas y escarabajos del ecosistema bosque constituye una comunidad de insectos del mismo.
La interacción entre las especies
Cada especie tiene una función y ocupa un lugar en el espacio físico. Las relaciones entre individuos de distintas especies pueden ser de competencia, predación, parasitismo, mutualismo y comensalismo.
Existe relación de competencia cuando los individuos deben luchar en el ambiente por adueñarse de un determinado recurso, que puede ser el espacio, la luz, la seguridad, el alimento, etc. La relación de predación es aquella en la que un organismo captura a otro para nutrirse de él. El parasitismo sucede cuando un organismo se alimenta de otro viviendo sobre él o en su interior durante toda o la mayor parte de la vida del otro. Así, son parásitos del perro tanto la garrapata como la lombriz solitaria.
En el primer caso se habla de ectoparásito (vive fuera del cuerpo del animal), y en el segundo, de endoparásito (habita dentro del organismo). En el mutualismo los individuos de dos especies se encuentran asociados recibiendo algún tipo de beneficio que no podría ser alcanzado por separado. Cuando esta asociación aporta beneficios sólo a una especie sin dañar a la otra se denomina comensalismo.
La biosfera
La biosfera es la parte de la Tierra donde se desarrollan los seres vivos.
Abarca desde los 8 o 10 km. sobre el nivel del mar hasta unos pocos metros de profundidad en el suelo, donde llegan las raíces de las plantas para absorber los minerales. Incluye también las aguas de los océanos desde su superficie hasta las regiones más profundas. En toda su extensión mide alrededor de unos 20 km.
Los medios acuáticos, donde se originó la vida, son dos: el marino, abundante en sales, y el de agua dulce, con pocas sales.
Dos características de ellos son la densidad del agua, que es un adecuado sostén para los organismos y a la vez un obstáculo para sus movimientos, y la profundidad. Esta última, relacionada con la cantidad de luz que se abre paso desde la superficie, determina la existencia o inexistencia de plantas.
El medio terrestre muestra notables diferencias con el acuático. La fuerza muscular para desplazarse por el suelo, ya sea trepando, reptando o caminando, debe ser mayor que la que se necesita en el agua. Ante ello, la mayoría de las especies animales que ocuparon la tierra debieron desarrollar extremidades aptas para la locomoción. No faltan, sin embargo, formas reptantes, que en general están limitadas a la superficie del suelo y a su interior.
El medio aéreo está colonizado tanto por plantas como por animales. Los vegetales recurren al aire para la diseminación de las semillas o esporas, lo que les permite ampliar el área de dispersión de la especie. Los animales mejor adaptados a ese medio han desarrollado dos características: estructuras corporales livianas y órganos adecuados para el movimiento en las alturas, generalmente alas o membranas.
Los biomas
Todo espacio ecológico dotado de características geográficas, vegetales y animales distintivas es un bioma. La superficie del planeta se divide en biomas, determinados en principio por las características de humedad, temperatura y precipitaciones anuales. Todo bioma posee una vegetación determinada y sus límites están demarcados por diversos factores, entre ellos, la disponibilidad o no de agua, la mayor o menor cantidad de luz y la amplitud de temperaturas.
Según la subdivisión más habitual, los principales biomas terrestres son: la selva, el bosque, la sabana, la pradera, la estepa, la tundra, la taiga y el desierto.