Los cangrejos suelen ser animales muy vulnerables cuando están en el fondo del mar. Sus afiladas pinzas sólo les son útiles para defenderse cuando están en el interior de sus madrigueras pero, al momento de ir en busca del alimento son asediados por pulpos, corvinas y muchos otros depredadores.
Tal vez por eso muchas especies de cangrejos están evolucionando hacia una mayor permanencia en las playas de arena donde generalmente viven enterrados o en pequeñas madrigueras entre las rocas. Sólo regresan al mar para humedecer las branquias pues respira aún el oxígeno disuelto en el agua marina, igual que los peces y por eso posee una cámara que rodea las branquias y que está llena de agua salada que tiene que ser renovada.
La mayoría de las playas de arena tienen como mayor inconveniente para este animal, la presencia humana. Pero en las playas donde los humanos no llegan, el cangrejo reina libremente. En la Bahía de Sanborombón, a escasos 200 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, las playas rodeadas de pantanos y bañados se hacen inaccesibles para los humanos y presentan condiciones ideales para los cangrejos.
Entonces se mueven por la arena en un ejército de miles alimentándose de todo lo que hay a su paso. Con la marea baja se forman las charcas de marea donde quedan atrapados gran cantidad de peces, entonces es la hora de la ventaja para los cangrejos que se abalanzan sobre sus viejos enemigos y los devoran en pocos minutos.
Es normal la presencia en la zona de ganado salvaje que, al llegar a los pantanos se pierde, los cascos de los terneros hacen vacío en el terreno cenagoso y ya no pueden escapar. Ante los mugidos de auxilio los cangrejos acuden a una velocidad de un metro y medio por segundo y dan cuenta del atrapado animal en una verdadera orgía de sangre y pinzas, hasta que sólo quedan los huesos.
Entre los cangrejos no hay una organización, ni grupos familiares, ni tribales. Solamente una gran multitud de individuos aislados trabajando desordenadamente. Las peleas por comida o por hembras son permanentes y si uno de los contrincantes termina la lucha demasiado herido, la comunidad dará cuenta de él inmediatamente. Tal vez tanta anarquía tenga un sentido lógico, tal vez sea la forma de regular la especie y evitar la sobre población. Después de todo, se trata simplemente de sobrevivir, el simple juego de la vida.
«No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce»