Corría el año 1930 cuando la National Geographic publicó esta foto obtenida en una playa del islote Mast Head, en Australia. En ese lugar, un grupo de jóvenes de la alta sociedad se dedicaba a correr carreras sobre los lomos de las tortugas verdes que eran sorprendidas al llegar a la playa para realizar su puesta anual de huevos. Escenas como esta son inpensadas en el mundo actual.
La gente de esa época tenía la creencia de que el mar era una fuente inagotable de recursos y no se tenía ningún respeto por la vida animal en su conjunto.
La sociedad del ´30 estaba convencida que los animales eran objetos de los que el ser humano podía servirse e incluso maltratar con el único fin de obtener diversión, ellos aún no conocían el significado de la palabra «ecología».
En el año 1946 más de ochocientas ballenas vararon en la costa de la Ciudad de Mar del Plata, en Argentina, convirtiéndose en el varamiento masivo más grande registrado en la historia. Las fotos de la época, muestran a los habitantes de la ciudad parados con las manos en los bolsillos viendo morir ahogados en su propia sangre a los cachorros de ballena. No hubo un solo intento por devolver un animal al mar. Si ese hecho volviera a repetirse hoy, la respuesta sería diferente. Los habitantes de la ciudad se volcarían a las playas en un intento desesperado por salvar la vida de los animales varados, se emplearía maquinaria vial de los municipios y privada. Miles de personas llegarían desde ciudades alejadas para ayudar, se registraría un movimiento masivo de características increíbles.
El mundo está cambiando porque la gente está cambiando. La información sobre la ecología está al alcance de la mano de cualquiera. El primer paso para un cambio radical en la defensa del medio ambiente es la información. Hoy el mundo está informado. Hoy sabemos que somos millones en todo el mundo los que queremos la paz, los que defendemos la vida, los que queremos un mundo sin misiles y con ballenas. Vamos a ganar esta lucha porque somos más, porque tenemos razón.
Gracias por compartir la trinchera.
«No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce»