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Detrás de Flipper

Flipper (captura)

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Son muy pocas series televisivas que conmovieron tanto al público como «Flipper». Varias generaciones crecieron disfrutando de las simpáticas aventuras de un delfín libre que elegía vivir con un padre y sus dos hijos que se veían sumergidos en toda serie de enredos. Pero lo que se ocultaba detrás del guión era mucho más terrible.

En realidad Flipper nunca existió. Para interpretar el papel se dispuso de cinco hembras de delfín ya que los machos suelen tener marcas de dientes sobre el lomo, producto de las peleas para conseguir hembras, y los productores entendían que necesitaban delfines con cuerpos impecables. Los delfines nunca trabajaron en libertad, la serie se rodaba en el interior de un perímetro enrejado cerca de las Bahamas y el entrenamiento de los delfines se lograba en base al hambre. Richard O´Barry, el entrenador de los delfines, escribió textualmente: «Después de dos días sin comer no hay nada que un delfín no haga por un trozo de pescado».

Incluso la voz de Flipper era falsa. El sonido que se escuchaba cuando el animal sacaba la cabeza del agua y sacudía el cuerpo, fue generado por Mel Blanc que fue quien también hizo las voces de Buggs Bunny y el Pájaro Loco.

En la década del ´60, cuando la serie era un éxito, un delfín no entrenado tenía un costo de 400 dólares y todos querían tener uno. Quien tenía dinero para construir una pileta quería a Flipper en ella. El Sea Aquarium de Miami, dueño de la misma empresa que producía la serie, se convirtió por ese entonces, en el principal exportador de hembras de delfín. Todos los acuarios del mundo presentaban al «verdadero Flipper» . Incluso un millonario europeo asistía a las fiestas arrastrando con su lujoso auto un trailer con un delfín nadando en poquísima agua. Hasta algunas gasolineras tenían su propio delfín para entretener a los clientes mientras cargaban combustible.

La serie causó tanto daño como beneficio para los delfines. El público, enamorado de Flipper, comenzó a pedir leyes más rígidas que defendieran a los mamíferos marinos y comenzaron así las primeras prohibiciones de captura. A principios de los 70´s el precio de un delfín salvaje ascendió hasta 220.000 dólares. En los 80´s, al descubrir que se mataba a los delfines al capturar atún, una campaña se extendió por los Estados Unidos y su consigna rezaba «¿Mataría Ud. a Flipper por comer un sándwich de atún?» y la gente, masivamente, dejó de comprar atún.

Flipper ha salvado tantas vidas de delfines como las que ha matado, o tal vez más. Los delfines gozan hoy del cariño del público que los protege y cada vez son más los que se niegan a verlos en cautiverio. Pero Susie, Kathy, Liberty, Patty y Sharky, las protagonistas de Flipper murieron en cautiverio, olvidadas en un circo de cuarta categoría cuando la serie dejó de rodarse.

Ric O´Barry, el entrenador, fue detenido en 1970 en la Isla de Bimini al intentar liberar a un delfín en cautiverio. Desde entonces dirige «Proyecto Delfín» una asociación que tiene como objetivo lograr la liberación de delfines en cautiverio en todo el mundo.

«No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce»