Las tortugas marinas seguramente son los animales más longevos del planeta. Algunas especies llegan a alcanzar los 180 años de edad. Posiblemente el aspecto más sorprendente de su vida sea la gran migración que deben realizar para reproducir y el proceso reproductivo en sí.
La tortuga verde, por ejemplo, deja las playas de Brasil para llegar a la Isla de Ascención distante a 2.300 kilómetros en un viaje solitario que constituye una fenomenal hazaña de navegación. En los meses previos a la partida las hembras producen en sus ovarios cientos de folículos que constituirán la yema de los huevos. Al mismo tiempo los machos se preparan para la migración produciendo grandes cantidades de esperma. La llegada a la isla coincide con la época de celo y se produce la cópula que dura seis horas, durante la cual los machos intentarán copular con la mayor cantidad de hembras y las hembras serán copuladas por varios machos de los que guardan el esperma que empleará después para fertilizar las sucesivas puestas. Al final de la cópula los machos migran nuevamente a su zona de origen.
Las hembras en tanto permanecen cerca de las playas a la que emergerá después de cuatro semanas para depositar en la arena 120 huevos. Al cabo de dos semanas regresará y dejará una segunda nidada de 120 huevos más continuando con este proceso hasta el final de la estación reproductiva. Para realizar cada puesta las hembras se arrastrarán por la playa hasta las dunas donde cavarán un pozo para depositar los huevos, luego de lo cual vuelven en una penosa procesión hacia el mar. Sólo las hembras tienen la habilidad de moverse en una playa de arena, ya que los machos jamás salen del agua.
Las tortugas marinas son animales muy frágiles. Una bolsa de nylon abandonada en una playa volará hacia el mar y navegará durante muchos años antes de degradarse. Si una tortuga la encuentra puede confundirla con su alimento predilecto, las medusas, y ahogarse al intentar comerlas. Hoy las tortugas están protegidas en casi todo el mundo. Uno de los movimientos más importantes es el Proyecto Tamar de Brasil.
«No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce»