Las migraciones de los animales marinos generalmente son desencadenadas por cambios ambientales (temperatura del agua, la abundancia de alimento, duración del día, etc) y por cambios químicos internos como la secreción de hormonas. Pero estos animales, que parten en viajes migratorios no tienen de antemano rutas definidas sino que responden mecánicamente a un impulso instintivo. En el curso de su viaje siguen señales en el mar que ha guiado a sus antecesores a lo largo de centenares o miles de kilómetros.
Las langostas suelen ser predadores oportunistas que comen casi todo lo que hay en el fondo marino. Para evitar ser comidas se guarecen, durante el día, en sus cuevas de las que sólo asoman la cabeza provista de dos grandes antenas, protegiendo de este modo su abdomen que es la parte más vulnerable de su cuerpo. Pero, al llegar el otoño, las langostas que viven en las inmediaciones de la isla de Bimini, en las Bahamas, deben migrar hacia aguas más profundas para evitar la época de huracanes. En esta migración deben recorrer fondos de arena muy lisos en los que quedarían muy expuestas.
La solución ancestral a este problema es que las langostas se juntan en el fondo marino formando largas filas de hasta cincuenta animales que se entrelazan entre si. De esta manera las antenas de la langosta que va atrás protege el abdomen de la que va adelante. Estas formaciones avanzan a una velocidad de crucero pero si se presenta una amenaza apuran el paso pudiendo alcanzar los cinco metros por minuto. Para no quedar rezagadas las langostas enganchan su primer par de patas con la cola del individuo de adelante evitando separarse. De esta manera logran recorrer 80 km. en una semana hasta llegar a aguas más profundas lejos de la furia de los huracanes.
A pesar de que las langostas pueden llegar a practicar el canibalismo ante la falta de alimento, esto no impide que se asocien para alcanzar el objetivo, como si cada animal entendiera que requiere de sus congéneres para mantenerse con vida.
«No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce»