Realmente es muy poco lo que sabemos sobre el pez más grande del mundo, el tiburón ballena. Un animal que puede alcanzar los 18 metros de talla máxima y vive distribuido en los mares templados de todo el mundo.
Uno de los grandes enigmas era su tipo de reproducción que se ignoraba totalmente. El dilema se resolvió hace poco tiempo cuando un grupo de científicos en Taiwán, liderados por la Dra. Eugenie Clark, pudieron observar a una hembra de 12 metros de largo que había sido arponeada por un pescador local. La sorpresa resultó mayúscula cuando, en dos úteros gemelos, fueron hallados 300 embriones de entre 40 y 63 centímetros de largo. Quince de ellos aún estaban vivos al momento del examen.
Este número de crías excede ampliamente los registros de cualquier otro tiburón. Los científicos opinan que, debido a que esta hembra no había alcanzado aún su máximo tamaño, se podrían encontrar en hembras más grandes, una cantidad aún mayor de embriones. Esto prueba definitivamente que los tiburones ballena son ovovivíparos, lo que significa que los embriones se desarrollan en huevos que eclosionan en el interior de la madre para luego ser expulsados por el canal uterino.
Los científicos aún ignoran exactamente cuánto vive un tiburón ballena. Pero lo que sí se sabe es que algunas especies de tiburón, que viven hasta cien años, no están listas para reproducir hasta los veinte años de edad. Esto significa que requieren un quinto de su vida para alcanzar la madurez sexual. Aparentemente el tiburón ballena no es capaz de reproducir hasta que alcanza los treinta años de vida. Entonces, si treinta años representara un quinto de su existencia, esto podría significar que podrían llegar a vivir 150 años o más.
Normalmente se los captura para comercializar la gran cantidad de aceite que guarda su hígado (un macho adulto puede contener hasta 1.600 litros de aceite) o bien para comer su carne. Basado en estos factores se calcula su precio en el mercado. Tal vez este valor deba ser recalculado en el futuro ya que el tiburón ballena resulta ser un óptimo atractivo turístico. Sobre todo si se tiene en cuenta que los buzos de Estados Unidos gastan anualmente alrededor de 1,4 billones de dólares en viajes de buceo.
Este apacible gigante de movimientos cansinos permite a los buzos acercarse hasta el contacto y tener una experiencia única que los lleva incluso a cruzar el mundo para poder, simplemente, acariciar su rugosa piel. Tal vez ese contacto sea el que salve a tan espectacular animal.
«No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce»