Que los problemas
relacionados con el agua se
convertirán, en cualquier
momento, en violentos conflictos
no es ninguna novedad. Desde
hace décadas diversos
grupos ambientalistas y científicos,
vienen alertando sobre este
problema a los organismos oficiales
y a la opinión pública
internacional. Recién
ahora la ONU parece reaccionar,
cuando se informaba que "La
vice secretaria general de las
Naciones Unidas, Louise Frechette,
anunció hoy que 2003
será para la organización,
el año internacional
del agua fresca, de lo que carecen
mil millones de personas en
el mundo". El otro dato
importante de ese artículo
es que señala que: "Las
dos terceras partes de los mayores
ríos del mundo son compartidos
por varios estados y más
de 300 superficies fluviales
atraviesan fronteras nacionales".
Aquí estarían
enunciados los principales ingredientes
de "la hipótesis
de conflicto" que representará
el agua potable a este complicado
siglo que comenzamos a transitar.
Todo comenzó
hace mucho tiempo
La conflictiva
relación de la especie
humana con el vital elemento
comenzó hace mucho tiempo.
No existen datos históricos
precisos, sin embargo, en la
película "2001 Odisea
del Espacio" de Stanley
Kubrick -si recuerdan los que
la vieron- hay una escena profética
apenas comienza el film. Un
grupo de homínidos, aterrorizados
por la presencia del misterioso
monolito, inician una batalla
y descubren el uso de las armas
debido a una disputa por la
posesión de una aguada.
La escena conecta a ese remoto
pasado con nuestro desconocido
futuro. El primate vencedor
arroja su arma -un hueso- al
cielo y este se convierte, ya
en el espacio, en una estilizada
nave espacial. Esa agresividad
posesiva nos humanizó
-según esta metáfora
fílmica- y nos posibilitó
acceder a la tecnología
actual. Ahora, ya transitado
ese anunciado futuro, esa misma
tecnología, nos estaría
llevando al borde del abismo
sin que el motivo esencial -la
posesión del agua- haya
cambiado.
¿Lucharemos
por el agua en el futuro? Seguramente,
además ya lo estamos
haciendo, según nos alerta
la crónica diaria. Algunos
enfrentamientos reciente, en
Medio Oriente, tienen como motivación
esa misma necesidad de los fílmicos
primates de Kubrick.
El agua
dulce: Un recurso vital seriamente
amenazado
Tal vez, el
agua, constituya el don más
preciado que la Tierra ofrece
a la humanidad. Debiera suponerse,
por tanto, que el hombre se
debería mostrar respetuoso
con ella en justa reciprocidad,
procurando conservar sus reservas
naturales y esforzándose
por salvaguardar su pureza.
Pero la verdad es que muchos
países se han comportado
de manera negligente y sin visión
de futuro. Hasta el punto de
que el devenir de la especie
humana y de muchas otras puede
verse seriamente comprometido,
si no se produce una mejora
sensible, en la gestión
de los recursos hídricos
de la Tierra. Según algunos
cálculos recientes, la
Tierra, cuenta con 1400 millones
de kilómetros cúbicos
de agua. Imaginar este tamaño
es difícil, creer que
alcanzará para siempre,
es fácil. Sin embargo,
la realidad es muy diferente.
La realidad
del recurso agua puede comenzar
a explicarse si se tiene en
cuenta que el 98 por ciento
es agua salada. El agua dulce,
ese recurso indispensable para
el riego, la industria y la
supervivencia humana, solo representa
un 2,5 por ciento del total.
Además, la mayor parte
de ese 2,5 % se reparten entre
los casquetes polares, los glaciares
y el agua depositada en capas
freáticas, con lo cual
solo es accesible para uso humano
el 0,26 por ciento que se encuentra
en forma de lagos, ríos
y lagunas.
Recientes
investigaciones estiman que,
cada año, retornan al
mar, desde los continentes,
41.000 kilómetros cúbicos
de agua. De esta forma se equilibra
el transporte de vapor atmosférico
del mar hacia la tierra. Unos
27.000 kilómetros cúbicos,
sin embargo, retornan al mar
como escurrimiento superficial
no sujetos a control y otros
5000 kilómetros cúbicos
fluyen al mar en áreas
deshabitadas. De los 41.000
kilómetros cúbicos
que retornan al mar, solo una
parte, cuyos valores exactos
se desconocen, queda retenida
por el suelo y es absorbida
por la vegetación. Este
ciclo deja unos 9000 kilómetros
cúbicos directamente
disponibles para la explotación
humana mundial. Esto supone
una abundante provisión
de agua, suficiente en principio,
para abastecer a los miles de
millones de personas que componen
la humanidad actual.
El tema
del consumo
En la producción
agrícola, por ejemplo,
se usa alrededor de 2500 kilómetros
cúbicos por año
en todo el mundo. Agregándole
los uso industriales y el consumo
humano, estamos en valores cercanos
a los 3750 kilómetros
cúbicos. Globalmente,
a principios del siglo pasado,
este valor era de 500 kilómetros
cúbicos. Esto demuestra
que el consumo mundial se ha
multiplicado por siete desde
principios de 1900.
En la Argentina,
apenas un 10 por ciento del
agua dulce se destina al consumo
público. El 70 por ciento
se emplea en la producción
agrícola y el 20 por
ciento restante en la industria.
No existe un cuidado especial
del recurso, ni mucha conciencia
conservacionista, que ayuden
a enfrentar el futuro del agua
dulce con cierta previsibilidad.
Los especialistas
sostienen, que el consumo de
agua, crece dos veces más
rápido que el aumento
demográfico de la población
mundial. Algunos informes demuestran
que ya hemos consumido algo
así como la mitad de
los recursos hídricos
disponibles. Sin embargo, semejante
derroche, corresponde solamente
a una pequeña porción
de quienes habitan el planeta.
En general, hay algo así
como 1200 millones de personas
privadas del abastecimiento
de agua potable y 2900 millones,
que no cuentan con un servicio
mínimo de estructura
sanitaria. Gracias a esta falta
de infraestructura cloacal mueren
cada año unos cinco millones
de personas.
Los norteamericanos
son los que usan mas agua, alrededor
de 2300 metros cúbicos
per cápita por año,
la mitad de esa cifra en fábricas
y plantas de energía.
Japón, España,
Portugal, Bélgica y Holanda
consumen alrededor de 900 metros
cúbicos. En Gran Bretaña
el consumo es de 225 metros
cúbicos y en Suiza de
unos 110. Por su parte los países
en desarrollo usan, en promedio,
ente 20 y 40 metros cúbicos
por persona cada año.
La demanda de agua para consumo
humano ha crecido con mayor
rapidez que la población:
El gasto per capita promedio,
por año, de 800 metros
cúbicos, se ha triplicado
desde mediados de siglo.
Datos sobre
este recurso
El agua dulce
de lagos, arroyos, ríos
y torrentes del mundo representa
menos del 0,01 por ciento de
la reserva total de agua del
planeta. Para nuestra fortuna,
esta provisión de agua
dulce se repone sin cesar a
través de la precipitación
de vapor de agua de la atmósfera
en forma de lluvia o nieve.
Desgraciadamente, gran parte
de esta precipitación
se contamina, durante su caída,
de gases y partículas
que la actividad humana libera
a la atmósfera. El agua
dulce fluye por la tierra y,
en su camino hacia el océano,
va cargándose de partículas
y material disuelto, natural
o procedente de los residuos
de la sociedad. Cuando la densidad
de población en el área
de drenaje es baja, los materiales
de desecho vertidos pueden ser
degradados por microbios mediante
un proceso de autopurificación
natural. Sin embargo, cuando
la capacidad de autopurificación
del área de drenaje se
ve superada, se acumulan grandes
cantidades de estas sustancias
de desecho en los océanos,
donde pueden dañar la
vida marina. El agua se evapora
y entra en la atmósfera
convertida en vapor. Gran parte
del mismo vuelve a caer al océano;
la parte que cae sobre los continentes
constituye un valioso recurso
renovable del cual depende la
vida terrestre.
20 de diciembre
de 2002
Fuente:
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