A la buena perspectiva que significa
la buena ubicación asignada
a la Argentina en un índice
de sustentabilidad ambiental,
debe sumársele, sin embargo,
un listado de tareas pendientes.
El ranking, que incluye a 142
países, fue elaborado
conjuntamente por las universidades
estadounidenses de Yale y de
Columbia y el Foro Económico
Mundial. Se hizo con datos de
cada país sobre 68 variables,
que incluyen la calidad del
aire, del agua y del suelo,
la biodiversidad y la cantidad
de especies amenazadas.
También se tuvo en cuenta
la tasa de fertilidad de la
población, los residuos
radiactivos, el uso de plaguicidas,
la tasa de muerte de chicos
por enfermedades respiratorias
y, entre otros indicadores,
el grado de desarrollo del sistema
científico-tecnológico
de cada país y su participación
en organismos ambientales.
La Argentina quedó ubicada
en el puesto 15 y Estados Unidos
en el 45, mientras la lista
la encabeza Finlandia, seguida
por Noruega, Suecia, Canadá
y Suiza. Uruguay quedó
en el puesto 6 y Chile en el
35.
La buena ubicación de
la Argentina se debe a que tiene
vastos recursos naturales (incluyendo
suelos, agua, y diversidad biológica)
y un desempeño razonablemente
bueno. No obstante, los expertos
advierten que éste no
es mejor porque aún tiene
problemas significativos de
contaminación del aire
en algunas áreas, deforestación
de los bosques, desertificación
de los suelos, agotamiento de
los stocks pesqueros y contaminación
por los residuos industriales.
Otros problemas son los relativos
a una débil atención
del sector privado en los desafíos
ambientales y un rango relativamente
bajo en la capacidad institucional
para responder al manejo de
recursos naturales y a la contaminación.
Los expertos critican que en
la dirigencia política
y empresarial no existe aún
la conciencia de lo ambiental
como una oportunidad para crecer.
Se debería incentivar
a las empresas a que adopten
políticas ambientales
sanas. También, el Estado
tendría que aprovechar
el conocimiento producido por
sus científicos y técnicos,
y darle más cabida a
los ciudadanos, para monitorear
el cumplimiento de las "buenas
acciones" ambientales.
En todo ello resulta crucial
que los organismos públicos
de control del medioambiente
cuenten con todos los recursos
para que puedan hacer cumplir
las regulaciones ambientales
vigentes. Porque a lo largo
de los últimos años
se fue licuando el poder de
policía de la secretaría
de ambiente.
9 de marzo de
2002
Fuente:
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