En la zona de
La Banda, unos tres mil agricultores
están expuestos al veneno y
no pueden defenderse.
En medio de la árida
geografía del departamento
La Banda, en Santiago del Estero,
donde el olvido es moneda corriente,
tres mil personas conviven día
a día con un enemigo que habita
en las entrañas de la tierra,
el arsénico, que desde hace
una década ya arrebató
la vida de cuatro personas y diseminó
el cáncer en otras 70. "Nuestra
gente está condenada a muerte",
dice el médico Carlos Padial,
que en solitario trabaja para paliar
el sufrimiento de los agricultores
expuestos al fatal veneno que transita
por el agua de los aljibes y las napas
freáticas de esa zona.
La ingesta prolongada
de agua contaminada con arsénico
trae como consecuencia la aparición
de diversas y graves lesiones en la
piel y los órganos internos,
ya que se deposita en el hígado,
riñón, corazón,
pulmón y, en cantidades mínimas,
en músculos y tejidos nerviosos.
"Se trata
de una endemia, el Hacre (hidroarsenicismo
crónico regional endémico),
que es un síndrome tóxico
órgano-dérmico adquirido,
que se da en individuos de 1 a 15
años después de la ingesta
de agua con concentraciones de arsénico
superiores a 0,05 miligramos",
explicó.
El trabajo de Carlos
Padial abarca una zona que se ubica
a 25 kilómetros al noroeste
de la ciudad de La Banda, todo un
perímetro rural de una superficie
de aproximadamente 150 kilómetros
cuadrados.
Los pobladores
de esta zona, dañados de por
vida, evidencian signos palpables
de la enfermedad, entre los que se
destaca la piel engrosada, rugosa
y más oscura.
"Puede confundir
el hecho de que los agricultores,
al trabajar con sus manos, tienen
por lo general este tipo de características,
pero le aseguro que con sólo
darle la mano a una de estas personas
se les puede hacer el diagnóstico",
precisó Padial.
El arsénico
se deposita también en los
huesos y en los dientes, e impacta
escuchar que el veneno atraviesa con
facilidad la barrera placentaria y
que su potencial queratogénico
produce daño fetal.
"No sólo
mata al nacido, sino también
al por nacer", aseguró
el médico y lamentó
la indiferencia de aquellos que tienen
en sus manos poder poner freno a la
epidemia.
7 de junio de 2002
Fuente:
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