7 de julio: hoy
se celebra el Día Nacional
de la Conservación del Suelo.
Las pérdidas por la menor productividad
de los suelos se calculan en unos
US$ 1000 millónes anuales.
El uso de fertilizantes no compensa
la extracción de nutrientes.
Por cada centímetro de erosión
se producen 250 kilos menos de maíz
y 100 kilos menos de soja por hectárea.
Se estima que un
20% del territorio argentino (unas
60 millones de ha) está afectado
por erosión hídrica
y eólica. Según estudios
del INTA, el deterioro registra una
tasa de crecimiento de 200.000 ha
por año.
La pérdida
-económica que genera este
fenómeno se calcula en alrealrededor
de US$ 1000 millones de dólares
por año (de los cuales la pampa
húmeda concentra el 60%). Estas
cifras, sin embargo, se duplicarían
si consideráramos el daño
provocado por las inundaciones en
caminos, embalses, puentes, rutas
y alcantarillas.
La erosión
hídrica se manifiesta con mayor
severidad en la región pampeana,
en el centro y el oeste de Entre Ríos,
y en las cuencas de los ríos
Carcarañá y Tercero
(en Córdoba), Arrecifes (en
el sur santafecino) y en el Arroyo
del Medio (ubicado en el norte bonaerense).
Sólo en la pampa ondulada (que
cubre unos 4,6 millones de ha en el
norte de Buenos Aires, Sur de Santa
Fe y sudeste de Córdoba), el
35% del área padece este proceso
de desgaste.
La erosión
eólica, por su parte, afecta
unos 6 millones de ha en el sector
semiárido de la región
pampeana, y su efecto se incrementa
por la falta de rotación de
cultivos, el uso reiterado de implementos
de labranza inadecuados, el sobrepastoreo,
la desforestación y el laboreo
de tierras no aptas para la agricultura,
según explica Roberto Casas,
director del Instituto de Suelos del
INTA.
Este fenómeno
de deterioro avanza también
en la Patagonia, donde existen unos
10 millones de ha en estado de erosión
de severo a grave en Santa Cruz, Chubut
y Río Negro.
En la pampa húmeda
En la historia agrícola
argentina se encuentran muchas de
las causas de la degradación
de los suelos. "Estudios realizados
por el Instituto de Suelos del INTA
sobre 5 millones de ha de la región
maicera tradicional mostraron que
los niveles de materia orgánica
disminuyeron progresivamente con el
uso agrícola, pasando de un
promedio del 3,2% en suelos con rotación
agrícola-ganadera al 2,7% en
suelos sometidos a agricultura continua
por períodos de más
de 20 años", citó
Casas.
Se calcula que por
cada centímetro que se erosiona
se dejan de producir 250 kilos de
maíz por ha, 150 kilos de trigo
y aproximadamente 100 kilos de soja,
apunta el técnico.
Si bien en la década
del 90 hubo incrementos constantes
de los rendimientos agrícolas
(se pasó de 40 a más
de 70 millones de toneladas de granos),
el uso de fertilizantes no logró
compensar la extracción de
nutrientes. Según estimaciones
recientes, señala Casas, sólo
se reponen el 25-30% del nitrógeno
y el 50-55% del fósforo en
los cultivos de trigo, maíz,
soja y girasol de la pampa húmeda.
Por otra parte, se estima que el proceso
de acidificación ya afectó
unas 16 millones de hectáreas.
En los noventa,
"uno de los avances más
importantes desde el punto de vista
de la conservación del suelo
fue la siembra directa, que basa su
alta eficiencia en el control de la
erosión por el mantenimiento
en superficie de importantes niveles
de cobertura aportada por los rastrojos
de los cultivos", explica Casas.
Este sistema, que cubrió 10
millones de ha en la última
década, evita el impacto agresivo
de la gota de lluvia sobre el suelo,
y del viento en las zonas semiáridas
o en épocas secas. Al mismo
tiempo, la cobertura vegetal frena
el escurrimiento superficial y favorece
la infiltración del agua.
Pero este escenario
corre el riesgo de desdibujarse dada
la falta de financiamiento para los
productores. Ya se registra una menor
aplicación de fertilizantes
y algunos volvieron a la labranza
convencional, corridos por el precio
de los insumos.
Riesgos y posibilidades
El aumento de la
productividad de áreas agrícolas
es un objetivo ineludible para satisfacer
la futura demanda de alimentos. De
lo contrario, nuevas tierras deberán
aprovecharse, y eso causaría
más degradación de los
suelos y la desaparición de
bosques.
La agricultura de
precisión será la principal
herramienta para alcanzar mayor efectividad
productiva, admite el técnico.
El sistema "permitirá
ajustar las dosis de nutrientes y
agroquímicos a las necesidades
de las plantas para evitar efectos
ambientales".
A esta altura cabe
preguntarse si el único patrón
que guiará la utilización
de los suelos será el económico.
"El objetivo fue tender a una
agricultura eminentemente productivista,
y está bien que la Argentina
se proponga alcanzar 100 millones
de toneladas de granos, dada la capacidad
tecnológica que existe. Sin
embargo, este proceso descuidó
al hombre como eje del cambio -señala
Casas-. En este momento se plantea
una agricultura sin agricultores".
En su opinión, la concentración
del poder económico en grandes
extensiones cultivadas (a cargo de
contratistas), si bien hizo posible
la expansión agrícola,
no favoreció el desarrollo
integral de las zonas productivas.
"El dueño
de la tierra es quien debe velar por
ella y las políticas deben
favorecer el afincamiento en las áreas
rurales. Un apóstol de la conservación
en Estados Unidos, Hugh Bennett, decía
que no basta que una nación
produzca gran cantidad de commodities
si olvida al hombre como eje del desarrollo",
comenta Casas.
7 de julio de 2002
Fuente:
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