El próximo
lunes 26 de agosto, se inicia la Cumbre
Mundial de Desarrollo Sostenible en
Johannesburgo, Sudáfrica. Su
objetivo es evaluar la Cumbre de la
Tierra celebrada hace diez años
en Río y adoptar medidas para
lograr un desarrollo apto para las
futuras generaciones.
Sin embargo muchos
consideran que la solución
no saldrá de estas mega reuniones.
El ex ministro holandés de
cooperación al desarrollo y
medio ambiente, Jan Pronk, quien presidió
las Cumbres de Cambio Climático,
considera una pérdida de tiempo
la interminable fila de jefes de gobierno
que leen sus declaraciones, reiterando
conceptos con mucha retórica
y pocos pasos concretos.
El evento se anuncia
espectacular, tanto por el número
de jefes de Estado y de gobierno que
han comprometido su asistencia, como
por la presencia de alrededor de 60
mil participantes de organizaciones
no gubernamentales, de 180 países,
que se congregarán en un foro
paralelo.
El concepto de "desarrollo
sostenible" se consagró
en la Cumbre sobre Medio Ambiente
y Desarrollo, celebrada en Río
de Janeiro en 1992. En términos
de la ONU se define como "el
desarrollo que satisface las necesidades
del presente sin comprometer la capacidad
de las generaciones futuras para satisfacer
las suyas", cuyos parámetros
centrales son:
crecimiento
económico y equidad
conservación de recursos
naturales
desarrollo social
Propósito
que apela a la aplicación de
tres principios: la precaución
preventiva, la solidaridad intergeneracional
y entre pueblos del mundo, y la participación
social en los mecanismos de decisión.
Las medidas existentes
para preservar el medio ambiente -cada
vez más frágil- pecan
por ser insuficientes. Los buenos
propósitos de reducción
de la pobreza adoptados en múltiples
foros mundiales y regionales se han
reducido a papel mojado, pues la lógica
de la globalización neoliberal
imperante conlleva a una cada vez
mayor concentración de la riqueza.
Y es así que, se han desvanecido
los esfuerzos para impulsar el desarrollo
humano y frenar el deterioro del medio
ambiente.
Teniendo en cuenta
el retroceso que ha sufrido el desarrollo
sostenible en estos diez años
que han pasado desde la Cumbre de
la Tierra de Río, los participantes
viajan bastante desalentados a Sudáfrica.
Los balances realizados
en una multiplicidad de espacios no
gubernamentales, casi sin excepción
coinciden en señalar que la
aplicación de la Agenda 21
de Río ha sido mínima
o nula. Sin embargo, de allí
surgieron algunos tratados de importancia.
Tan es así
que en la agenda de Johannesburgo
consta la ratificación de una
serie de esos tratados como el Protocolo
de Kioto, el Protocolo de Cartagena
sobre Bioseguridad, el Tratado Internacional
sobre Recursos Genéticos de
Plantas, etcétera. Como se
sabe, varios de estos tratados han
sido impugnados por Estados Unidos.
Resta por ver si la presión
logrará impedir que se concreten
las ratificaciones esperadas.
Y ese es el gran
temor que existe respecto a esta cumbre:
que no se adopten medidas concretas.
Generalmente, en las reuniones previas
a una cumbre de esta magnitud, ya
se fijan gran parte de los resultados.
Esta vez nadie puede responder a la
pregunta sobre qué saldrá
de este evento.
Hace diez años
en Río de Janeiro, existía
mucho entusiasmo y afán de
tomar medidas concretas para salvaguardar
a Nuestra Madre Tierra de un colapso.
Desde entonces, y tal como lo señala
el pionero Edward Goldsmith, fundador
en 1969 de la revista The Ecologist,
"El deterioro ecológico
ha crecido. En Río se habló
mucho de crisis ambientales y de desarrollo
sostenible, se han redactado muchos
documentos, pero no se ha llegado
a nada concreto. Los gobiernos de
Occidente han dado algún dinero
al Banco Mundial que lo ha canalizado
a través del Fondo Global para
el Medio Ambiente", en lugar
de ser destinado a los programas de
las Naciones Unidas para el desarrollo
humano y para el medio ambiente. El
Fondo Global ha financiado planes
que sirvieron para mitigar los daños
sociales y ambientales provocados
por los programas de desarrollo del
propio Banco Mundial. La realidad
es que hoy las políticas implementadas
todavía son menos sostenibles
y ecológicas que hace diez
años. En la cumbre de Río,
las empresas lograron imponer el orden
del día desde los encuentros
preparatorios. Ahora el control de
las empresas multinacionales sobre
los gobiernos es total. De hecho,
las empresas cuidan sus intereses
económicos a corto plazo,y
no del bien común a largo plazo.
¿Johannesburgo? el título
no será una "cumbre"
de la tierra sino sobre el "desarrollo
sostenible", eufemismo frecuentemente
utilizado para decir crecimiento económico.
Según Goldsmith,
la palabra desarrollo es usada como
panacea universal, con la confianza
casi religiosa de que conlleva bienestar
y libertad. Los datos demuestran que
la pobreza aumenta, e incluso la diferencia
entre ricos y pobres, sin embargo
se contesta que es porque las recetas
de desarrollo no han sido aplicadas
correctamente. Luego la palabra desarrollo
ha sido sazonada de varias formas.
Se habló de "un desarrollo
ecológico", hay quien
ha hablado de desarrollo "integrado",
luego "sostenible". La realidad
es que el desarrollo es cada vez menos
ecológico, y también
menos desarrollo.
La Cumbre de desarrollo
Sostenible crea, por un lado, ambiciosas
expectativas para la solución
de los grandes problemas universales
pero, por el otro existe una total
ausencia de iniciativas para alcanzar
ese resultado. Los países ricos
viajan con la intención de
conseguir objetivos ecológicos,
mientras que las naciones en desarrollo
consideran que no se puede lograr
un desarrollo sostenible sin, por
ejemplo, la eliminación de
la pobreza.
Uno de los problemas
esenciales es que la Cumbre está
organizada por las Naciones Unidas,
y esta entidad representa cada vez
menos a las naciones y más
a los gobiernos, especialmente a aquellos
que financian a la ONU. El español
Juan de Castro trabajó 20 años
en la ONU, y frustrado, decidió
abandonar la institución y
crear el Centro de Estudios Metaeconómicos.
Juan de Castro nos
da ejemplos sobre lo que es el desarrollo
sostenible. La cumbre de Johannesburgo
se presenta muy compleja, aunque tiene
el mérito anticipado de que
no pasará inadvertida. Y decimos
que es compleja porque nada más
ni nada menos se refiere a la supervivencia
planetaria. No sólo en el sentido
de sobrevivencia, sino en la perspectiva
de "tener una mejor calidad de
vida, basada en valores éticos,
culturales y espirituales, y no sólo
económicos.
En Johannesburgo
no será necesario discutir
nuevas ideas ni constatar que el actual
desarrollo no es sostenible. Todo
ello ya se ha hecho hace 10 años
en Río o en la Declaración
del Milenio de las naciones Unidas.
Lo único que se debe hacer
en Sudáfrica es lograr acuerdos
para la ejecución de esos planes,
incluyendo una dirección hacia
donde enviar las facturas de los proyectos.
Pero es precisamente allí donde
está la piedra en el zapato.
A los gobiernos en general, y en particular
a los ricos, les gusta hacer demagogia
con sus buenos propósitos,
pero pocas veces están dispuestos
a hacer los esfuerzos económicos
necesarios para llevarlos a la práctica.
23 de agosto de 2002
Fuente:
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