Rotunda advertencia
sobre el Saladillo y el Ludueña.
Un nuevo muestreo detectó altos
niveles de mercurio, cobre, zinc y
hierro, vertidos por industrias y
talleres.
|
El
Saladillo tiene 25 veces
más mercurio del
permitido. |
|
Las aguas bajan turbias en los arroyos
Ludueña y Saladillo. Así
lo demuestra un nuevo informe de la
Asociación Civil del Hospital
Centenario tras confirmar niveles
preocupantes de contaminación
industrial por el vertido de metales
pesados. El fenómeno fue atribuido
al desecho proveniente de industrias
galvanoplásticas, talleres
de cromado y fábricas de pintura,
entre otros. "Todas estas sustancias
tóxicas producen absorción
cutánea, entran en la piel
o generan envenenamiento silencioso
a lo largo de los años",
resumió el titular de la entidad,
Ariel Pérez, quien denunció
falta de controles por parte de la
Municipalidad y la provincia.
Este segundo informe se complementa
con las muestras tomadas por el Centenario
en marzo pasado, a raíz de
que se sospecharon que los índices
de contaminación tienen impacto
sobre la salud.
En un primer momento, los estudios
-a cargo del laboratorio de Toxicología
aplicada de la Facultad de Ciencias
Bioquímicas y Farmacéuticas
de la Universidad Nacional de Rosario-
se produjeron a nivel superficial.
Allí los índices de
mercurio, tanto en el Ludueña
como en el Saladillo, superaban holgadamente
lo permitido por las normas internacionales
ambientales.
Ahora la investigación fue
más profunda y se hizo en el
limo de ambos arroyos. Las muestras
fueron tomadas el 20 de abril a la
entrada de Rosario, aguas arriba del
relleno sanitario de Puente Gallego
y bajo el puente del acceso sur en
la desembocadura del Saladillo.
Por otro lado, para el Ludueña
se tomaron análisis bajo el
puente de la ruta 9 y en la desembocadura,
a la altura de la ex Estexa. El objetivo
en ambos casos fue dilucidar si la
contaminación se daba aguas
arriba o dentro del ejido urbano.
Se concluyó que el resultado
de plomo, cobre y zinc en las aguas
se duplica apenas transcurren por
Rosario. El mercurio es 10 veces mayor
en las desembocaduras de ambos arroyos.
Pero además, si se los compara
con los niveles medidos en marzo,
se impone una deducción: los
metales pesados precipitados son menores
a aquellos que están sobre
el pelo de agua porque no han tenido
tiempo de acumularse en el fondo del
lecho, "producto de un vertido
nuevo atribuible a industrias, fábricas
y talleres que los desechan como residuo
de la actividad".
Aguas peligrosas
Pérez hizo su propia lectura
de los resultados, al señalar
que "al no haber mucha contaminación
en el barro disminuye el peligro tóxico
con la ingesta de pescados extraídos
de estas aguas", pero renglón
seguido acotó: "Si en
el Saladillo hay 25 veces más
de mercurio de lo permitido, y en
el Ludueña hay 18 veces más,
habría que tener cuidado con
la inmersión de la gente en
ambos lugares, porque el mercurio
entra por la piel y las heridas".
El representante de la comunidad
en el Centenario apuntó a la
falta de control por parte de la Municipalidad
y la Secretaría de Medio Ambiente
santafesina. "No existe el control
municipal sobre residuos peligrosos
y se sabe que hay muchas fábricas
y talleres que vierten en la zanja
o directamente a las cloacas",
apuntó.
Pero, además, dentro del hospital
ya llegaron algunas señales
de advertencia del impacto contaminante
sobre la salud de la población.
"Hemos tenido graves problemas
como leucemias y malformaciones, pero
al carecer de registros anteriores
no podemos llegar a ninguna deducción
concluyente", indicó.
No obstante recordó: "En
el barrio Toba (ubicado en Cabal y
Gambetta, de Empalme Graneros) se
han expandido los problemas epidérmicos
atribuibles al agua con la que se
bañan los chicos".
Por último, Pérez dirigió
sus sospechas a las pequeñas
industrias y talleres, pero señaló
a la Dirección de Política
Ambiental como la responsable directa
de tomar cartas en el asunto.
9 de mayo de 2003
Fuente:
PÁGINAS
RELACIONADAS: 1-
2
|