En los últimos
días, entre 50 y 90 buques extranjeros
entraron "en patota" dentro
del Mar Argentino para pescar calamar,
pero ninguno de ellos pudo ser capturado.
El episodio, denunciado por el sector
pesquero y admitido oficialmente, dejó
al descubierto dos realidades: el calamar
es tan buen negocio que atrae a decenas
de buques ilegales, y el Estado no tiene
recursos para enfrentarlos.
La denuncia surgió de la Cámara
de Armadores Poteros Argentinos (CAPA),
que agrupa a gran parte de la flota
nacional, conformada por 100 embarcaciones.
Según informaron los capitanes
argentinos, la flota "ilegal"
vulneró la Milla 200 en dos
ocasiones: entre el domingo 23 y el
martes 25 de febrero fue avistada
hasta 60 millas dentro de aguas argentinas.
Y repitió su incursión
el último lunes.
La semana pasada llegaron a ser contabilizados
90 buques. Y ahora, unos 70. Es decir
que, por varios días, la flota
nacional convivió con otra
flota de parecida envergadura. El
daño económico es difícil
de determinar, pero como cada barco
puede capturar hasta 50 toneladas
diarias, se estima que los ilegales
se alzaron con calamar por cerca de
5 millones de dólares.
Los marinos argentinos, incluso,
lograron identificar a algunos de
esos barcos, todos de nombre oriental.
Quedó en evidencia que los
invasores forman parte de la impresionante
flota que cada año entre
febrero y agosto se instala
en la Milla 201, para hacerse del
calamar que no logran capturar antes
los barcos habilitados por la Argentina
o el Gobierno de las Islas Malvinas.
En general, esos buques llevan bandera
de Taiwán, China, Japón
y otros países asiáticos.
Fuentes oficiales estimaron que en
estos momentos habría allí
entre 200 y 300 poteros, aunque este
año por falta de fondos
no se realizó ningún
sobrevuelo por esa crítica
zona.
Francisco Romano, asesor pesquero
de la Secretaría de Agricultura,
confirmó la incursión
ilegal. Respecto del episodio de la
semana pasada, señaló
que "lo denunciamos a la Prefectura
y a la Armada, que de inmediato mandaron
sus barcos". El operativo, sin
embargo, solo sirvió para espantar
a los extranjeros hacia aguas internacionales.
"Estaban avisados", juzgó
el funcionario. Los pocos barcos oficiales
para el control pesquero usualmente
están amarrados en algún
puerto, porque no tienen combustible
suficiente para permanecer patrullando
la zona. Y cuando surge un alerta,
demoran un día en llegar.
Para CAPA, estos episodios mostraron
que existe un nuevo "modus operandi"
de la flota extranjera. "Esta
piratería es muy distinta a
la de otros años, cuando uno
o unos pocos buques se introducían
2 o 3 millas dentro del mar argentino.
Consecuentemente, la forma de prevenirla
y reprimirla debe ser distinta",
opinó.
6 de marzo de 2003
Fuente:
PÁGINAS
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