Los investigadores
han estudiado la biología de
los puntos calientes situados en la
costa de la Antártida, lugares
donde la vida se desarrolla más
fácilmente y donde se establecen
grandes colonias de animales, como
los pingüinos.
Tales oasis biológicos son
aguas abiertas al océano, zonas
en las que el plancton, en plena expansión,
es capaz de soportar la cadena alimenticia
local. Durante las investigaciones,
los expertos hallaron una fuerte asociación
entre el bienestar de algunas poblaciones
de pingüinos (Adelie) y la productividad
del plancton en estas zonas, llamadas
'polynyas'. Estas últimas son
áreas relativamente libres
de hielo, en puntos donde se esperaría
que lo hubiese. Se crean habitualmente
debido a los fuertes vientos, que
arrastran la cubierta de hielo de
la costa, dejando áreas abiertas,
o a consecuencia de la aparición
de aberturas en la superficie oceánica,
cuando el hielo flotante queda bloqueado
por algún impedimento.
Las aguas antárticas son ricas
en nutrientes. La falta de hielo,
combinada con aguas costeras poco
profundas, deja listo un escenario
donde las capas superiores reciben
más luz solar, condiciones
ideales para que en las polynyas el
plancton florezca.
El hielo alrededor de las polynyas
es delgado a principios de la primavera,
cuando empieza el largo día
austral, de modo que son las primeras
áreas en recibir una fuerte
iluminación solar. Las aguas
abiertas retienen más calor,
adelgazando aún más
la capa de hielo y llevando a un florecimiento
temprano, intenso pero corto, del
plancton. Esto permite alimentar a
pequeños animales llamados
krill, que a su vez sirven de alimento
para los pingüinos Adelie, focas,
aves marinas, ballenas y otros animales.
A pesar de su relativamente pequeña
área, las polynyas costeras
juegan un papel desproporcionadamente
importante en muchos procesos físicos
y biológicos en las regiones
polares. En la Antártida oriental,
por ejemplo, más del 90 por
ciento de las colonias de pingüinos
Adelie viven cerca de ellas. Por eso,
la productividad de las polynyas determina
en gran medida el aumento o descenso
de las poblaciones de pingüinos.
Es la primera vez que los científicos
han observado de forma concienzuda
la biología de las polynyas,
explica Kevin Arrigo, de la Stanford
University. El estudio utilizó
datos enviados por satélites
para estimar los cambios interanuales
en las polynyas, incluyendo dimensiones,
abundancia de fitoplankton, etc. El
área polynya más grande
analizada se halla en el mar de Ross,
y tiene 396.500 kilómetros
cuadrados. La más pequeña
tiene 1.040 kilómetros cuadrados
y está en el mar occidental
de Lazarev. Para obtener los datos
se han usado diversos sensores, como
el Wide Field-of-view Sensor (SeaWiFS)
y el Advanced Very High Resolution
Radiometer (AVHRR).
9 de octubre de 2003
Fuente:
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