Los inmuniza
contra unos parásitos que pueden
diezmarlos, las rickettsias. El país
vecino es el segundo exportador de
salmón del mundo. En cautiverio,
los peces sufren graves infecciones.
La vacuna evita el uso de antibióticos.
"Chile se ha vuelto el segundo
exportador mundial de salmón,
y la Argentina, su único proveedor
de vacunas contra las rickettsias
, unos microorganismos que a veces
los atacan, pero que en condiciones
de encierro resultan devastadoras",
dice el biotecnólogo Jorge
Blackhall. Así las cosas, en
los 1300 millones de dólares
anuales que Chile exporta de salmón
rosado hay materia gris argentina.
Blackhall es jefe de proyecto en
la empresa de biotecnología
argentina Biogénesis. Según
el experto, para escaparse de los
precios siempre decrecientes de los
alimentos a granel, algunos vecinos
con visión estratégica
del Cono Sur se especializan cada
vez más en "alimentos
premium ", como es el caso de
Chile con los vinos o la salmonicultura.
La Argentina, con su fuerte industria
farmacológica y su buen nivel
en biología básica y
aplicada, puede ser un proveedor de
biotecnología para toda la
región.
Otras empresas del Foro Argentino
de Biotecnología (FAB) ven
la misma veta, como es el caso de
Biosidus, que tiene sondas genéticas
capaces de certificar el origen de
una cepa de vid con una certeza mayor
del 99 por ciento.
Biogénesis está exportando
2 millones de dólares anuales
sólo con esta vacuna. Pero
vienen otras. Y tal vez, otros mercados.
Salmones en riesgo
La salmonicultura es bastante reciente
en Chile: nació a fines de
los setenta, pero creció tanto
que hoy la república transandina
es el segundo proveedor mundial. Desde
Puerto Montt hacia el Sur, el laberinto
de profundas caletas, canales sombríos
y fiordos silenciosos de la costa
austral chilena quedó literalmente
alfombrado de los jaulones flotantes
de las salmoneras, donde trabajan
miles de personas. Esta industria
se convirtió en un factor de
poblamiento sobre regiones tradicionalmente
vacías y agrestes.
Pero la hacinada ecología
de un criadero, sea en Chile, Escocia
o Noruega, es una ruleta rusa con
las enfermedades. En las rías
escocesas, por ejemplo, el intenso
uso de antibióticos para combatir
las plagas del salmón termina
en el envenenamiento de los peces
salvajes, sustento de la pesca deportiva.
Como lo indica un editorial en la
revista británica New Scientist,
esto abrió frentes de batalla
judicial entre hoteleros y municipalidades
contra las salmoneras.
Sin embargo, la solución a
este problema parece ser más
tecnológica que legal. Los
jaulones de las salmoneras son estructuras
que suelen medir 20 metros de lado
y hasta 50 de profundidad. En Chile,
cada una de ellas contiene de 25.000
a 50.000 salmones de las especies
coho (oriunda de la cuenca norteamericana
del Pacífico) o salar (de la
cuenca norteamericana del Atlántico).
Sin vacunas confiables contra los
brotes de rickettsias en estos encierros,
la industria entera se iría
a pique.
Las rickettsias son uno de los muchos
parásitos naturales del coho,
la especie favorita en Chile. En la
vida libre y migratoria, las rickettsias
no son un factor de mortalidad importante.
Pero en el brutal hacinamiento de
las jaulas las epidemias están
garantizadas, con rápidos estragos
en el bazo, las branquias y el hígado
de los salmones contagiados, que mueren
finalmente de septicemia (envenenamiento
de la sangre).
Las rickettsias están a dos
pasos de la frontera entre lo biológico
y lo inanimado. Con un tamaño
medible en micrones (milésima
de milímetro), son microorganismos
más grandes que un virus, pero
mucho más chicos que una bacteria.
"Sólo pueden vivir dentro
de las células de otro organismo
huésped", explica la bióloga
María Mercedes Izuel, investigadora
de Biogénesis.
Mercado darwiniano
Los parásitos de la fauna
salvaje suelen encontrar ventajas
en no ser inmediatamente letales:
el huésped tiene que durar
lo suficiente como para garantizar,
al menos, el contagio a otro huésped.
Pero en los jaulones, los más
letales dominan.
En el caso de los salmones, esto
es verdad no sólo para las
rickettsias, sino para una amplia
galería del crimen parasitológico:
están los piojos, que anidan
bajo las escamas del pez, hay una
especie bacteriana que le inflama
la boca al salmón y le destruye
el sistema digestivo, matándolo
de hambre... La salmonicultura es
una industria de riesgo.
Pero cada una de sus plagas abre
una nueva veta para la biotecnología
argentina. Porque las autoridades
de sanidad animal transandinas tienen
las mismas normas draconianas de calidad
que las de los Estados Unidos, de
modo que si una firma argentina puede
venderle vacunas a Chile, también
podría competir en Escocia
o Noruega.
¿Es importante para Chile
la vacuna argentina antirickettsia?
Es crítica. Y no por falta
de competencia del Primer Mundo, sino
porque la formulación de Biogénesis
resulta, hoy por hoy, la más
efectiva y económica, aunque
se la clasifica como "de primera
generación" (hecha con
microorganismos químicamente
inactivados), y aunque compite contra
otras conceptualmente más modernas.
Sin embargo, la biología y
el mercado se parecen en un rasgo
darwiniano: no favorecen necesariamente
lo más sofisticado, sino lo
que funciona mejor con el menor costo,
sea biológico o económico.
Ahora Biogénesis desarrolla
vacunas dobles y triples, que además
de inmunizar contra las rickettsias
atajan el contagio contra otras infecciones
bacterianas. "No puedo dar detalles...
Pero no nos estamos durmiendo sobre
los laureles", dice Blackhall.
1 de abril de 2002
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