Es uno de sus
principales productores, junto con
Estados Unidos. El representante nacional
respondió a un informe de Greenpeace
sobre inseguridad alimentaria. Denunció,
además, la política
de subsidios agrícolas de los
países desarrollados.
ROMA.- "El hambre no tiene nada
que ver con los alimentos genéticamente
modificados, es un problema político.".
El secretario de Agricultura, Rafael
Delpech, jefe de la delegación
argentina en la Cumbre Mundial de
la FAO que se lleva a cabo en esta
capital, se vio obligado ayer a defender
el hecho de que nuestro país
haya optado por el camino de la biotecnología,
convirtiéndose, junto a Estados
Unidos, en uno de los principales
productores de alimentos genéticamente
modificados (OGM).
La defensa de los OGM -considerados
en Europa algo monstruoso, no por
nada llamados "Frankenstein"-
se debió al escozor que causó
aquí el informe presentado
por el representante de Greenpeace
Argentina, Emiliano Ezcurra. Titulado
"Cosecha récord-hambre
récord", el documento
denuncia que desde la introducción
de los transgénicos en la Argentina
en 1996, si bien el área sojera
se ha más que duplicado, la
inseguridad alimentaria ha aumentado
enormemente, y no se ha solucionado
el flagelo del hambre en nuestro país.
"Es interesante cómo
se hacen relaciones que rayan el sofisma
-dijo Delpech en alusión al
informe de Greenpeace-. Hay mayor
producción en la Argentina
de soja, de sojas aprobadas por la
Unión Europea, a la que le
vendemos productos y subproductos,
y se correlaciona con que la gente
no come. Si la gente no come en la
Argentina es por la actual crisis,
es decir, por un problema político
y económico de tipo organizacional,
fácilmente solucionable. El
hambre no tiene nada que ver con los
OGM. Yo diría, incluso, que
los OGM, que son un negocio, una herramienta,
permiten producir más barato,
es decir, ponen más cerca a
los carecientes de la alimentación."
Mientras que la Unión Europea
mira aún con extrema desconfianza
los productos genéticamente
modificados -tanto es así que
en julio de 1999 proclamó una
moratoria sobre estos alimentos-,
junto a los Estados Unidos, Canadá
y Australia, la Argentina integra
el bloque de países que aspiran
a que no haya limitaciones a la libertad
de comercio de estos productos.
Al respecto, Delpech destacó
que "la Argentina no exporta
ningún producto que no esté
aprobado por la Unión Europea"
y, por otra parte, que "todas
las harinas vegetales que nuestro
país le vende a la UE han reemplazado
a las harinas animales que provocaron
la encefalopatía espongiforme
bovina (BSE)", es decir, el vulgarmente
llamado "mal de la vaca loca".
Si bien el tema de los transgénicos
dominó la conferencia de prensa
que ofreció Delpech, esta cuestión,
muy debatida en Europa, no figuró
en el discurso que poco más
tarde pronunció ante el plenario
de la organización. En éste,
reiteró el apoyo de nuestro
país a los esfuerzos para erradicar
el hambre en el mundo, y señaló
que "los países productores
de alimentos estamos en condiciones
de realizar aportes significativos
para las soluciones que estamos buscando".
Tras recordar que la producción
de alimentos "es nuestra primera
industria y la principal fuente de
divisas", Delpech destacó
que "las restricciones impuestas
en el ámbito internacional
para la comercialización de
nuestros productos constituyen un
impedimento al desarrollo sustentable
de nuestra economía".
Acto seguido, denunció la
política de subsidios a la
agricultura que llevan adelante tanto
la Unión Europea como los Estados
Unidos, así como las barreras
arancelarias que imponen los países
desarrollados. "Es absolutamente
contradictorio que la UE y los países
desarrollados propicien los ideales
del libre mercado, mientras subsidian
su producción agropecuaria
con casi 1000 millones de dólares
diarios. También lo es la sanción
de la nueva ley agrícola de
los Estados Unidos, que dispone 180
mil millones de dólares, para
los próximos diez años,
destinados a sus productores."
Como no podía ser de otra
manera, en su discurso Delpech no
dejó de mencionar la "peor
crisis económica y social"
que está sufriendo nuestro
país, "que está
realizando todos los esfuerzos necesarios
para reinsertarse en el mundo".
12 de junio de 2002
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