Pacto
mundial para reducir el calentamiento
global
Delegados de 178
países firmaron el primer tratado
para disminuir la emisión de
los gases contaminantes que producen
polución ambiental y recalientan
el planeta. La excepción fue
EE.UU.
Este acuerdo, define
las medidas de aplicación del
acuerdo de Kyoto, de 1997, por el
cual la mayoría de los miembros
de la ONU se comprometían a
reducir las emisiones de gases contaminantes
en un 5,2%, entre el 2008 y el 2012,
tomando como base los niveles registrados
en 1990. Para que ese acuerdo entre
en vigor, al menos 55 países
responsables del 55% de las emisiones
de gases contaminantes deben ratificarlo.
Ya lo han hecho 30. Y ahora se agregarán
la Unión Europea, Japón,
Rusia, China, India y Australia, que
-junto con EE.UU.- son los mayores
productores de polución.
Se estima que sin
la participación de EE.UU.
, que produce el 25% de los gases
que provocan el efecto invernadero,
el mayor promedio por país
y que rechazó el protocolo
en marzo de este año, la reducción
de gases contaminantes será
menor. Pero los ecologistas alabaron
el acuerdo, apoyado por la Unión
Europea, Japón, Rusia y China,
los otros grandes productores de polución,
como un gesto de independencia ante
la Casa Blanca. Con todo, los delegados
europeos dijeron que Washington sería
bien recibido en cualquier momento.
"Comprendemos
que no es un protocolo perfecto, pero
resulta más imperfecto con
el retiro de EE.UU.", comentó
Margot Wallstrom, la comisionada para
el Medio Ambiente de la UE. Los delegados
estiman que el pacto podría
entrar en vigencia en 2002, en el
décimo aniversario de la celebración
de la Cumbre de la Tierra de Río.
La representante
norteamericana en Bonn, Paula Dobriansky,
abucheada en su intervención,
ratificó ayer esa posición
de rechazo, aunque -subrayó-
su país no quiso poner ningún
bloqueo ni impedir así que
los otros países sigan adelante
para alcanzar un acuerdo. Aseguró
que EE.UU. "toma en serio"
el problema del cambio climático.
No dudó en afirmar que "Estados
Unidos pretende mantener su liderazgo"
en materia de asistencia ecológica
a los países en desarrollo.
La delegada, que es subsecretaria
de Asuntos Globales en el Departamento
de Estado, expresó la voluntad
de EE.UU. de aumentar la ayuda tecnológica
al desarrollo sostenido a través
de canales "bilaterales, regionales
y los multilaterales preexistentes".
Estados Unidos insistió ayer
en que presentará "lo
antes posible" alternativas basadas
en la tecnología al Protocolo
de Kyoto sobre el cambio climático.
El gobierno del
presidente George W. Bush ha rechazado
el Protocolo afirmando que dañaba
a la economía de su país.
La Casa Blanca ha dicho que no hay
elementos científicos válidos
que justifiquen que el Protocolo vaya
a ser efectivo en la reducción
de los gases contaminantes del planeta
y aseguró que busca alternativas
basadas en la tecnología.
La consejera de
Seguridad Nacional de la Casa Blanca,
Condoleezza Rice, sostuvo que, para
EE.UU., los países en desarrollo,
actualmente exentos del Protocolo,
tienen que formar parte de la "solución
global" que se persigue.
Vamos a tener que
unir fuerzas con otros países
tecnológicamente avanzados
para pensar cómo incluir a
los países en desarrollo en
la reducción de emisiones,
aseguró Rice, quien destacó
que las posibilidades de la alta tecnología
en la reducción de la contaminación
"son drásticas si las
podemos movilizar". La consejera
no precisó qué tipo
de técnicas podrían
usarse para ese objetivo.
Durante la reciente
cumbre del G8 en Génova, varios
dirigentes aseguraron que Bush les
dijo que EE.UU. presentaría
sus alternativas a Kyoto para la conferencia
internacional que se celebrará
en Marruecos en noviembre próximo.
Por otro lado,
la Unión Europea y otros cinco
países (Canadá, Suiza,
Islandia, Noruega y Nueva Zelanda)
se han comprometido a destinar 410
millones de dólares por año
hasta el 2005 a los países
en desarrollo para ayudarles a combatir
el cambio climático y sus efectos,
según han indicado. También
la ministra de Medio Ambiente japonesa,
Yoriko Kawaguchi, la estrella de la
cumbre, informó sobre un compromiso
de Tokio en el mismo sentido, pero
sin hablar de cantidades.
El acuerdo se produjo
tras el sí de Japón,
Canadá, Rusia y Australia,
los cuatro mayores países del
llamado "Grupo Paraguas"
respaldaron finalmente un acuerdo
de compromiso presentado por la Unión
Europea.
La posición
de Tokio era crucial para que entrara
en vigor después de que el
presidente estadounidense, George
W. Bush rechazara en marzo el pacto
argumentando que sus reducciones obligatorias
de las emisiones de gases que causan
el efecto invernadero dañarían
la economía del mayor contaminante
del mundo.
Al parecer, para
conseguir vencer las reticencias de
Japón, el país que ha
mantenido abiertas las conversaciones
hasta el último momento, los
negociadores de la UE han tenido que
ceder sobre el control de cumplimiento
de los compromisos. Según las
primeras informaciones se mantendrán
las sanciones previstas en el documento
de negociación, elaborado como
vía de consenso por el presidente
de la conferencia Jan Pronk, pero
el modo en el que éstas serán
aplicadas se decidirá después
de la entrada en vigor del Protocolo
de Kyoto.
Por su parte, el
primer ministro japonés, Junichiro
Koizumi, elogió en un comunicado
el acuerdo logrado en la Cumbre de
Bonn y aseguró que seguirá
presionando a EE.UU. en negociaciones
bilaterales para que ratifique el
documento de 1997 firmado en Kyoto
bajo presidencia japonesa.
Los casi 180 delegados
presentes en la Conferencia aplaudieron
de pie el acuerdo sometido a la asamblea
por el ministro Pronk, visiblemente
aliviado tras el extenuante maratón
de negociaciones cuyo éxito
fue aún más relevante
luego de las señales poco alentadoras
procedentes de la cumbre del G8 en
Génova, donde Bush se mantuvo
firme en su postura anti-Kyoto.
Los aplausos resonaron
en la sala donde los ministros negociaron
durante toda la noche tras el bloqueo
del acuerdo. El punto de fricción
que había impedido llegar a
un entendimiento era la forma de garantizar
el cumplimiento del protocolo y aplicar
las sanciones contra los países
que lo violen.
Los negociadores
de la cumbre del Clima celebrada en
Bonn han llegaron a un acuerdo después
de una discusión maratoniana
de 25 horas, según lo informó
el portavoz de la ONU, Michael Williams,
a la salida de la reunión con
los principales actores de la conferencia
y antes de entrar en la sesión
plenaria. El texto definitivo, que
fue aprobado por el pleno, rebaja
aún más las exigencias
del Protocolo de Kyoto pero ha sido
calificado como "un éxito"
por diversas delegaciones europeas.
El pacto fue posible
por las concesiones realizadas, en
particular por la Unión Europea,
sobre el sistema de sanciones para
aquellos que violen el Protocolo de
Kyoto. Quien se había opuesto
con firmeza a ese programa de sanciones
fue sobre todo Japón, temeroso
de tener que someterse a una estructura
de control supranacional.
En la propuesta
de acuerdo -presentada por el presidente
de la Conferencia, el ministro de
Ambiente holandés Jan Pronk-
se hablaba en efecto de sanciones
"legales", término
rechazado por Tokio.
Para sortear esas
objeciones se decidió aliviar
todo el sistema de sanciones, que
serán obligatorias pero no
automáticas. Las modalidades
precisas sobre su implementación
fueron postergadas, por lo tanto,
a las próximas conferencias
sobre clima, la primera de las cuales
está programada en Marruecos.
La Unión
Europea, favorable desde el principio
al Protocolo de Kyoto, hizo otra concesión
a los países que más
se oponían, autorizando para
la definición de los varios
techos de emisión de gases
tóxicos previstos un recurso
más amplio a los llamados "sinks".
Este término indica a las reservas
capaces de absorber anhídrido
carbónico de la atmósfera,
es decir bosques y selvas. En otras
palabras, en los recuentos para establecer
los niveles máximos permitidos
de emisiones de gases nocivos los
países podrán computar
su propio patrimonio boscoso, que
es un factor de equilibrio para la
producción de oxígeno
y la lucha contra la contaminación.
Si esos países demuestran que
sus bosques están bien conservados,
entonces podrán hacerlos valer
como un elemento a su favor y tornar
menos severos los límites de
emisiones nocivas que deban respetar.
A las concesiones
realizadas en el aspecto de los sumideros,
los ecosistemas capaces de absorber
gases de efecto invernadero, se sumaron
en la madrugada del lunes otras cesiones
dolorosas.
Antes de que se
iniciara la última noche de
negociaciones el presidente de la
conferencia, Jan Pronk, dejó
claro que la única manera de
hacerse con el apoyo del grupo paraguas
era modificar los aspectos referidos
al control del cumplimiento de los
compromisos.
Japón y
sus aliados consiguieron importantes
tantos, como que se eliminaran las
alusiones directas al carácter
vinculante del sistema de sanciones
y se sustituyera por complicadas formulaciones.
Los del grupo paraguas
también lograron la eliminación
de las sanciones económicas
en el caso de que los países
sobrepasen la cantidad permitida de
emisiones de gases de efecto invernadero.
Por el contrario
se mantiene otras condiciones poco
favorables al núcleo duro,
como que la mayoría de los
miembros de los órganos de
control procedan de países
en vías de desarrollo (G-77).
Los países
menos industrializados recibieron
otra recompensa por su flexibilidad.
Para salvar el compromiso el G-77
debió aceptar que en el acuerdo
se hablara del carácter voluntario
de las ayudas de los países
industrializados y no se mencionaran
cifras.
Los Quince entablaron
una lucha de titanes para evitar que
la negativa de Washington a ratificar
el Protocolo provocara un efecto en
cascada, lo que estuvo a punto de
ocurrir en el caso de Japón.
De hecho, la conferencia tenía
que haber concluido ayer pero los
178 países presentes en la
cumbre negociaron casi sin pausa durante
36 horas.
La UE presentó
a continuación otra propuesta
que intentaba compensar las exigencias
del grupo paraguas y del G-77, algo
que finalmente se consiguió.
Kyoto entrará
en vigor noventa días después
de que sea ratificado por un mínimo
de 55 países cuyas emisiones
representen el 55 por ciento del total
mundial. El hecho de que Rusia, Canadá
y Japón se hayan sumado a la
UE garantiza la obtención de
ambas premisas.
Opiniones
Estados Unidos se
ha quedado solo. La UE, para el bien
de todos los habitantes de este planeta,
ha ganado la partida de póquer.
Hoy es un gran día para la
comunidad internacional, para el Medio
Ambiente, declaró la representante
de la sección alemana de la
organización ecologista WWF.
Este acuerdo es
un terremoto geopolítico, dijo
Jennifer Morgan, del Fondo Mundial
de la Naturaleza. "Los otros
países demostraron su independencia
de EE.UU. respecto de los más
candentes problemas ambientales del
planeta".
Es un primer paso,
dijo el principal negociador de la
UE, Olivier Deleuze. "Para que
Estados Unidos suba a bordo, primero
necesitamos un bote. Ahora tenemos
ese bote".
Es un gran día
para el medio ambiente. Es un gran
salto haber conseguido resultados
en estas negociaciones internacionales
tan complejas, dijo el secretario
británico de medio ambiente,
Michael Meacher.
Un portavoz del
principal negociador europeo, el ministro
belga de energía, Olivier Deleuze,
dijo que Japón había
obtenido una exención especial
para resolver sus dudas sobre los
mecanismos de aplicación del
Protocolo de Kyoto de 1997.
Sin embargo, otros
responsables dijeron que no estaba
muy claro qué tipo de acuerdo
se había alcanzado con Japón.
El compromiso arrancado
por el holandés Jan Pronk,
en la que ha sido su última
conferencia del clima como presidente.
excluye a EE.UU. pero confirma, a
juicio de la comisaria europea de
Medio Ambiente, Margot Wallstroem
"el creciente liderazgo de la
Unión Europea".
La presidenta del
Parlamento Europeo, Nicole Fontaine,
insistió en su llamamiento
''para que un número suficiente
de estados lo ratifique de forma que
el Protocolo pueda entrar en vigor''
en la fecha prevista, el 2002.
Entre los entusiastas
también se encuentra el primer
ministro británico, Tony Blair,
quien declaró a la prensa que
la cumbre ''demuestra que la comunidad
internacional puede afrontar los desafíos
del mundo moderno y la globalización
cuando se sienta (a conversar)''.
Mientras, los países
latinoamericanos representados en
la Cumbre del Clima celebraron el
acuerdo logrado e incluso lo definieron
como un ''nuevo hito'' de la lucha
medioambiental.
El ministro español
de Medioambiente, Jaume Matas, aseguró
que el acuerdo "resuelve el problema
de manera brillante" y calificó
el trabajo de la UE y de Jan Pronk
de "magnífico".
Matas considera
que el resultado es "sorprendente"
puesto que cinco minutos antes de
que concluyeran las maratonianas negociaciones,
Australia, uno de los países
"duros", todavía
estaba en contra.
El ministro, que
espera que España ratifique
el tratado en 2002, explicó
que en la larga noche de negociaciones
se presentaron dos propuestas. La
primera, presentada por Pronk, fue
aceptada por los países reacios
y el grupo "paraguas" -donde
están Australia, Canadá,
Japón y Rusia-, pero tanto
la UE como los países en vías
de desarrollo -G77- pusieron reparos.
En la misma línea,
Jürgen Trittin, ministro alemán
de Medio Ambiente y anfitrión
de la cumbre, ha dicho que, con el
acuerdo, "el Protocolo de Kyoto
está salvado".
La propuesta que
la UE mantenía ayer rebajaba
ya considerablemente algunas de las
exigencias con las que los Quince
llegaron a Bonn y suponía una
disminución de casi un 4% en
el objetivo de reducción de
gases previsto en el Protocolo. Sin
embargo, según ha afirmado,
en nombre de la presidencia comunitaria
el secretario de Energía y
Desarrollo sostenible de Bélgica,
Olivier Deleuze, los Quince prefieren
"un acuerdo imperfecto a un acuerdo
inexistente".
El Tratado de Kyoto
establecía sanciones, nunca
del todo ratificadas, de US$ 30 por
cada tonelada de gas contaminante.
Pero varios países se oponían
porque les costaría millones
de dólares y porque ninguna
ley internacional lo avala. Ayer se
decidió que el acuerdo contemple
algún tipo de sanción
que será determinada, vía
enmienda, al ratificarse el Protocolo
de Kyoto.
Conseguimos salvar
el Protocolo de Kyoto, y desde ahora
se puede comenzar con el proceso de
ratificación, dijo con gran
satisfacción la comisaria de
la UE para el Ambiente, Margot Wallstroem.
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